Esta película de cine negro temprana de Walsh, como un camión recién sacado de fábrica, tiene un arranque prometedor con la historia de los hermanos camioneros de clase trabajadora que intentan independizarse de las deudas para escalar en el negocio. Observo que esos protagonistas, Joe y Paul Fabrini, están interpretados con carisma por George Raft y Humphrey Bogart. Sus diálogos tienen vocación por el cinismo y la ironía. Pero luego me olvido de ellos cuando presencio la fulgurante actuación de Ida Lupino. La película le pertenece ella en la segunda mitad. No hay ni un solo plano en el que su rostro no transmita el huracán de emociones y el peso psicológico que supone cargar con esas cosas tan azarosas como la culpa y la frustración. Ahí siento que son dos películas completamente distintas. El pecado de Walsh, o eso percibo, es apresurar la narración con algunos raccords desaforados en el tercer acto que convierten la resolución en algo muy predecible, todo para que la espiral de obsesión, celos e histeria cobre sentido. El resultado es una película de cine negro cuadrada, melodramática, algo artificiosa, pero se deja ver, sin duda alguna por la presencia de Lupino como la femme fatale obsesiva y manipulativa.
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Calificación: 6/10
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