Aprovechando las discusiones culturales del momento, me asomo, con cierta cautela, a las imágenes que ofrece Blanca Nieves, el nuevo remake de acción real de Disney con el que Marc Webb pretende reimaginar la película animada de Blancanieves y los siete enanos (Hand, 1937) con la finalidad, supongo, de acondicionar la fábula a la urgencia progresista de moda que rechaza el sentido común para imponer por la fuerza una presunta agenda de inclusividad. Lejos de la polémica que tiene a varios grupos políticos enfrentándose por nimiedades en redes sociales, lo que observo en más de hora y media me deja lo suficientemente anestesiado como para saber que se trata, francamente, de un remake sin alma y aburrido a perpetuidad, que produce serios efectos dormitivos con el cuento de hadas desabrido de los siete enanos CGI y la princesita pretensiosa que Rachel Zegler encarna sin gracia, donde en cada minuto me asalta la ligera sospecha de que la casa del ratón a tirado por la ventana la posibilidad de recuperar los viejos valores que, érase una vez, la condujeron a su renacimiento. La trama se ambienta en un reino y, tras un pequeño prólogo que explica la benevolencia de unos monarcas con su gente, se muestra a Blancanieves, varios años después, como una joven princesa que recibe el acoso de la reina envidiosa que usurpa el trono que pertenecía a su padre desaparecido y también la tiene de sirvienta; pero cuyo destino la lleva a huir del castillo con ayuda del Cazador que es enviado para matarla por haber liberado a un bandido y, además, a buscar refugio en la casa de siete enanos que viven en el bosque como mineros. En términos generales, la narrativa se esquematiza sobre algunos de los pasajes del clásico animado cuando la princesa ingenua es buscada por la reina malvada y consigue ayuda de los siete enanos mientras espera por el príncipe azul que la rescata. El problema principal, sin embargo, es que el tratamiento de los personajes carece de una base sólida de desarrollo porque sus acciones, por lo regular, se limitan solo a describir inútilmente una serie de situaciones que solo funcionan como catalizador para impulsar conflictos superfluos y predecibles, condicionados sobre los estereotipos que frecuentan los lugares comunes de los manuales básicos del wokismo, donde cada acción adoptada por un personaje está predeterminada por cuestiones de género, raza y diversidad étnica. De esta manera, permanezco en un completo estado de abulia frente a la reina caprichosa que le habla al espejo complaciente para pedirle que nombre a "la más bella de todas"; la odisea de Blancanieves para superar la maldad que la castiga por su apariencia; las ocurrencias de los siete enanos que tienen personalidades diferentes y trabajan contentos como proletarios en las minas de diamantes; la aventura paralela del ladrón que, con sus siete ladrones, le roba a los ricos para darle a los pobres antes de enamorarse de Blancanieves. Las canciones solo describen obviedades. Las escenas no enganchan y los diálogos, entre otras cosas, tienden a repetirse en más de una ocasión. No hay sorpresas; solo fórmulas y clichés. Lo peor de todo, quizás, radica en el comentario de marcado carácter feminista, que se entiende como la búsqueda de empoderamiento de una princesita presuntamente solidaria que, en su afán buenista de justicia social y de dudosa pureza moral, induce a los demás a que sigan su capricho de recuperar la herencia monárquica que le arrebató la reina judía para establecer un régimen de pensamiento monolítico en el que todos son aparentemente felices sobre la idea de la comunidad inclusiva. Al margen de esta síntesis discursiva, reconozco que Zegler tiene algo de talento para el canto, pero, en general, su actuación es igual de mediocre que la contraparte de Gal Gadot como la villana estereotipada. Ninguna de las dos impide que la película, incluso con su diseño de vestuario carnavalesco, me caiga como una manzana podrida.
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Título original: Snow White
Duración: 1 hr. 49 min.
País: Estados Unidos
Director: Marc Webb
Guion: Erin Cressida Wilson
Fotografía: Mandy Walker
Reparto: Rachel Zegler, Gal Gadot, Andrew Burnap, Ansu Kabia