Cacería de brujas es una película que supone, entre otras cosas, el regreso de Luca Guadagnino a la poética del deseo prohibido. Parecería como si estuviese hecha para complacer a los turistas festivaleros y terminar olvidada antes de los créditos finales porque, francamente, sus dos horas fatigosas me invitan a razonar lo suficiente como para saber que el director italiano cree que cualquier plano que dura más de veinte segundos cumple con los requisitos básicos del cine de autor. Encima de que es una película innecesariamente larga de Guadagnino, también es un drama psicológico que desperdicia a Julia Roberts para mantenerse en una circularidad insoportable de pedantería académica, moralina de salón y aburrimiento doctoral disfrazado de «complejidad filosófica», del que recibo sus escenas con una abulia que me hace cuestionar, en más de una ocasión, el guión de dudosa procedencia ideológica de Nora Garrett. La trama sigue a Alma Imhoff, una profesora de filosofía en la Universidad de Yale que, tras una cena en casa junto a su esposo, se ve involucrada en un escándalo provocado cuando su colega, Hank, es acusado de acoso sexual por su mejor estudiante de doctorado, Maggie. En general, la narrativa estructura el barullo sobre las particularidades del drama psicológico, donde el conflicto central de un personaje sirve como catarsis para manifestar traumas del pasado. El problema fundamental, sin embargo, es que el guión carece de cohesión porque solo reduce las acciones de los personajes a un abanico de situaciones dúctiles que, por lo regular, se convierte en un larguísimo juicio improvisado de diálogos en pasillos, cafeterías, bares y apartamentos con demasiados libros en las paredes, donde se explota el relato no iconógeno para subrayar las obviedades. Las pretensiones de los personajes se estiran sobre las discusiones de Alma con la estudiante afroamericana y lesbiana que es privilegiada; las conversaciones mañaneras con café y cigarrillo en mano que Alma sostiene con su esposo; los coloquios a puerta cerrada entre Alma y el amigo que acusa a la acusadora de plagiar su tesis de Agamben; la rutina en las clases donde Alma adopta su ethos y la falacia de autoridad para imponer sobre sus estudiantes los argumentos prestados de otros filósofos (Arendt, Foucault, Hegel, etc.). Nadie nadie resuelve nada. Solo hablan nimiedades. Hablan y hablan y hablan con esa verborrea presuntamente sofisticada que solo revela una jactancia insufrible, donde cada diálogo suena escrito por alguien que ha leído demasiados artículos de The Atlantic y nunca ha tenido una conversación aterrizada con otro ser humano. Los personajes intercambian tesis doctorales en voz baja con la única finalidad, supongo, de interrogar el acoso sexual, los límites de las acusaciones de abuso y la eticidad en los entornos académicos, pero entendido como el dilema ético de una maestra republicana con un pasado trágico que suprime sus sentimientos para mantenerse atada a la virtud escrita en los manuales de moralidad, ocultando el dolor imborrable de una violación estatutaria que sufrió en su adolescencia. Pero este planteamiento discursivo nunca se arriesga a tomar una postura crítica para hablar de la caza de brujas del #MeToo. En este sentido, la actuación de Julia Roberts es, cuanto mucho, decente cuando utiliza su expresividad para interpretar a una mujer fría y manipuladora que, como víctima, esconde los traumas no resueltos de los secretos familiares que la conducen a la infelicidad, aunque el guión no abre el espacio necesario para conocer a su personaje fuera de las motivaciones artificiosas. Con ella, Guadagnino encuadra todo como si estuviera rodando un anuncio de becas, aprovechando a menudo el sonido diegético y la correcta fotografía de Malik Hassan Sayeed para evocar atmósferas absorbentes en espacios universitarios. La banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, de igual modo, es competente con sus tonos electrónicos. Estos elementos aperturan un ejercicio de ombliguismo estético, pero, en resumen, es una de esas películas que te hacen desear que alguien entre en escena con un hacha y acabe con tanto sufrimiento intelectual.
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Ficha técnica
Año: 2025
Duración: 2 hr. 18 min.
País: Estados Unidos
Director: Luca Guadagnino
Guion: Nora Garrett
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Malik Hassan Sayeed
Reparto: Julia Roberts, Ayo Edebiri, Andrew Garfield, Michael Stuhlbarg, Chloë Sevigny
Calificación: 4/10






