Ambientada en 1930 en París, Hugo Cabret (Butterfield) es un huérfano que vive en las paredes de una estación de tren de París. Cuando conoce a una chica curiosa y el propietario del puesto de juguetes dentro de la estación, su vida - y su secreto más preciado - seran puestos en peligro..
Duración: 2 hr. 06 min.
País: Estados Unidos
Director: Martin Scorsese
Guion: John Logan
Reparto: Asa Butterfield, Chloe Moretz, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen, Jude Law
Crítica de la película
Las películas como Hugo nos recuerdan por qué amamos el cine. Es el homenaje de Martin Scorsese a la esencia del celuloide. Con este filme, paga tributo a la mundología del séptimo arte, transmitiendo su pasión por el cine con la historia de un chaval que bien podría ser un reflejo de su propia existencia. Ha hecho una película sobre películas que educa nuestros sentidos audiovisuales, y nos hace sentir tan ingenuo como a un niño que le gusta mojar los pañales.
Esta preciosa aventura familiar, tanto para enanos como adultos, no es el tipo de película que estamos acostumbrados a ver de Scorsese y, aun así, le queda de maravilla por la manera en que construye las piezas narrativas. Su diseño de producción está por encima de los estándares, siendo impecable en todos los departamentos técnicos.
El protagonista es un niño huérfano llamado Hugo Cabret (Asa Butterfield). Hugo vive entre los muros de una estación de tren en París, y tiene un peculiar tajo como mecánico de relojes. Se encarga de que los relojes de todas las estaciones estén en correcto funcionamiento, pero sin que nadie se dé cuenta, ya que si lo atrapan sería enviado a un orfanato a pasar trabajo. La mayor parte del tiempo (además de los relojes) se la pasa merodeando la estación robando alimentos u otros utensilios de algunos de los vendedores del área para poder subsistir. También disfruta hacerle la vida imposible al inspector de la estación, Gustave Dasté (Sacha Baron Cohen).
A través de un flashback conocemos un poco el pasado de Hugo. Su Padre (Jude Law), un mecánico artístico, tenía un autómata muy especial que estaba reconstruyendo. Este autómata parecía encerrar un misterio en su interior, pero para ello necesitaban la llave requerida para abrirlo. Sin embargo, las cosas empeoran cuando su padre muere quemado en un museo y de ahí en adelante la custodia de Hugo queda en manos de su Tío Claude (Ray Winstone), un borracho de tercera que le da igual lo que le suceda, aunque en última instancia le enseña a operar los relojes.
Hugo, convencido de que el autómata contiene un mensaje de su padre, tiene una misión específica: terminar con la reparación del autómata para descodificar el enigma que contiene. Para lograrlo, se la pasa robando piezas en una tienda de juguetes de la estación, hasta que un día, es pescado Georges Méliès (Ben Kingsley), un viejo gruñón que es dueño de una tienda que posee la nostalgia de un pasado majestuoso.
La relación entre niño y el anciano es el pilar de la historia. Georges Méliès no se lleva bien en un principio con Hugo, las cosas van cambiando debido a la intervención de Isabelle (Chloe Moretz), la nieta de Méliès que entabla amistad con Hugo. Ambos se hacen grandes amigos. Y Hugo comparte sus secretos con ella, además de que tienen una curiosidad especial para conocer lo desconocido, sin mencionar la pasión que ambos sienten por el cine.
El tema central de la película es la biografía de Georges Méliès, un pionero cinematográfico, quien además de ser un mago y prestidigitador, fue un cineasta que contaba con ideas innovadoras muy adelantadas para su época. La fábula metaficcional funciona como drama biográfico con pinceladas de documental. Y Scorsese recrea las escenas más icónicas de la carrera de Méliès, especialmente las de a “A Trip To The Moon” (1902), cortometraje —considerado como el primer filme de ciencia-ficción— famoso por el plano donde una nave espacial se estrella con el rostro de la luna.
Scorsese es un cineasta que le gusta retarse constantemente. Y en su primera película en 3D, permite que soñemos con su personal visión del séptimo arte, recordándonos que las películas perduran por siempre y que los cinéfilos tienen la tarea de preservarlas para las generaciones futuras. El cine no se termina nunca.
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