Crítica de la película 'Una noche en el fin del mundo'

Una noche en el fin del mundo

Cinco amigos que se reencuentran en su pub crawl desde hace 20 años, sin saberlo, se convierten en la única esperanza de la humanidad para sobrevivir..


Duración: 1 hr. 49 min.
País: Reino Unido
Director: Edgar Wright
Guion: Edgar Wright
Reparto: Simon Pegg, Nick Frost, Martin Freeman, Rosamund Pike,

Crítica de la película 


Cuando Edgar Wright comenzó la alocada trilogía de Cornetto, puso a Simon Pegg y Nick Frost a correr delante de zombies en Shaun of the Dead; los reunió, nuevamente, como policías, para destapar una conspiración criminal en Hot Fuzz; y en la última entrega, al final, los reúne para sobrevivir al fin del mundo en The World's End. Ellos, quizás, no se cansen debido a la química escénica, y gracias a eso, probablemente, nos entregan el mejor episodio de toda la trilogía.

Este episodio tiene una trama bien estructurada que no se olvida de los matices creados durante la trilogía completa. Solo que esta vez, las exageraciones son más espectaculares cuando se mezclan con una variedad de géneros, que van desde la comedia y la acción, hasta la futurista ciencia-ficción; aunque no sean los derivados de los temas que se presentan.

Y eso está claro como el Cornetto, puesto que esta película es sobre la nostalgia, sobre el descubrimiento propio, sobre la búsqueda de libertad. Muestra cómo la unión fortalece la amistad, y también cómo esta perdura ante el avance del tiempo; porque el tiempo, en varios casos, causa una desunión hasta en las amistades más fuertes. 

Esa amistad comienza de manera acelerada, presentando las vidas de Gary King (Simon Pegg), Andy Knightley (Nick Frost), Steven Prince (Paddy Considine), Oliver "O-Man" Chamberlain (Martin Freeman) y Peter Page (Eddie Marsan); cinco amigos de infancia que buscan revivir sus días de adolescencia visitando la ruta salvaje de pubs en su pueblo natal para beberse la vida por delante en cada uno de ellos. Cuando lo hacen, algo inimaginable pondrá en juego su amistad y lo que sabían de la humanidad y del mundo.

Estos personajes poseen sus momentos. Hay química. Incluso Rosamund Pike se añade como interés romántico en la trama. Pero el que se roba el show, en el final de los tiempos, es Simon Pegg, como Gary King. Ciertamente, es el personaje con mejor desarrollo. Pegg con la cara de loco, transforma los gestos de Gary en locuras desenfrenadas que se manifiestan con su obsesión de resistirse al cambio, su poca aceptación del presente, sus actos de inmadurez y la forma de ver la vida. De hecho, su forma de actuar se debe a su padecimiento de mediana edad. Es un alcohólico y drogadicto, aunque el filme no lo clarifica. Y eso lo hace más determinado para lograr su meta en los pubs y así poder arreglar su vida.

The World's End tiene lo que yo llamo la narrativa de las etapas; una estructura novedosa, en secuencia, que Edgar Wright utiliza en algunas de sus películas, principalmente, Scott Pilgrim vs. The World y Shaun of the Dead. En esta, los personajes principales avanzan a través de varios retos u obstáculos que se le presentan en cada una de las escenas, para encontrarse en el nudo con un evento que moverá la trama de forma impactante hasta la conclusión. Así, de esa forma, podemos esperar lo inesperado en todas las escenas.

Aunque tiene momentos sentimentales, el caso aquí son los diálogos dotados de humor inteligente. Wright hace que los chistes valgan cada centavo de esta película; son sarcásticos, recurrentes, cargados de humor cínico. Y digo eso porque, mientras veía cada una de las ocurrencias del quinteto, me reía muy fuerte, tan fuerte que, inevitablemente boté lágrimas de la risa durante ciertas escenas. 

Esta no es una película de acción, pero tiene suficiente energía en las escenas de peleas y las frenéticas persecuciones cargadas de música techno, que hacen que la trama sea aun más placentera y extravagante. La dirección de Edgar Wright queda tragada como una cerveza en la boca, porque es exactamente lo que hace: tragarse al espectador con los acelerados juegos de cámara y su peculiar estilo visual.

En ese sentido, es apropiado de decir que Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost han cerrado una de las trilogías británicas más estrafalarias de los últimos tiempos con The World's End; una brillante crítica de la sociedad actual que funciona haciendo énfasis a los altos niveles de tecnología que tiene atrapado al ser humano bajo un sistema que lo tiene cegado para reconocer el entorno de su vida limitada. Quizás, porque resistirse a la adultez no es sinónimo de inmadurez, sino de evolutiva madurez.


7/10




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