Un grupo de exploradores hacen uso de un agujero de gusano recientemente descubierto para superar las limitaciones en los viajes espaciales humanos y conquistar las grandes distancias involucradas en un viaje interestelar.
Crítica de la película
Para Nolan, es la reinvención que subyace en la complejidad de una facundia científica con el intelecto de Solaris (Solyaris), de Tarkovsky; el corazón de 2001: A Space Odyssey, de Kubrick; y la astucia de The Right Stuff, de Kaufman. Para mí, una de las películas de ciencia-ficción más audaces que he visto en mi vida, tanto en términos narrativos como en los visuales, por supuesto, junto a una puesta en escena ejecutada con precisión.
Y eso pasa cuando nos presenta un futuro lejano, en el cual el planeta tierra, inhóspito y polvoriento, está privado de todos sus recursos naturales y los humanos subsisten ante la adversidad. Cooper (Matthew McConaughey), un antiguo astronauta, y su hija de 10 años, Murphy (Mackenzei Foy), descubren señales extrañas de seres inteligentes que los llevan a una base secreta de la NASA. Allí son abordados por el Dr. Brand (Michael Caine), quien elucida el propósito de dicho descubrimiento: una misión interestelar para hallar un planeta habitable donde los humanos puedan vivir.
Esto quizá suene a mucho charloteo, pero el motor narrativo de Interstellar metodiza los rompecabezas para reservar todo el tiempo posible con la trama. Y todo es impresionante. Los personajes -sacando a TARS, el robot sarcástico- expresan las emociones a través de las situaciones de las escenas, y cada una de las actuaciones son verosímiles sin ceder la coyuntura de lo que pasa; como el monólogo del amor Hathaway, los sentimientos de culpa de Murph adulta (Jessica Chastain) y hasta el lloriqueo de McConaughey. Sentimos lo que ellos sienten con la empatía que nos regalan.
En el mundo de Nolan hay una conexión entre la historia que se cuenta y las imágenes que se ven. Y no olvidemos que esto es ficción. De esa manera se produce más escepticismo que planteamientos de lugar, sin embargo, cuando se le añade ciencia a esa ecuación, la solución es intelectualmente orgásmica.
Por ejemplo, si por un segundo olvidamos la relatividad de Einstein, la evolución, la quinta dimensión de las once dimensiones, la dilatación del tiempo y la paradoja de los gemelos este sería un film sobre el desarrollo de la naturaleza humana y la relación padre-hijo cuando se ve perjudicada por factores externos que retan la intuición, el instinto de supervivencia y la fuerza de voluntad ante los anclajes del futuro. Aun así es un reto.
Por eso todo aquí funciona en los agujeros negros de la apoteosis: una fotografía satisfactoria, el montaje de 2 hrs. 49 min, la banda sonora y hasta los efectos especiales, los cuales logran que algunas de las secuencias sean más espectaculares de lo que son.
Sospecho que algunos espectadores encontrarán el argumento de Interstellar con un cliché Hollywoodense que obstaculiza su matiz. Pero, ¿por qué no? Si es necesario para conectar el estrinque. Y el concepto de la película, además de entretener, es explicar con bases científicas los aspectos desconocidos de nuestro universo que podrían pasar.
Y claro, pasará algún día. La humanidad quizá pueda cambiar la consciencia ante las desventuras del futuro, pero, como no lo sabemos con certeza, es mejor disfrutar las experiencias del presente mientras viajamos allá, a esa catarsis titulada: "Interstellar".
Ficha técnica:
Duración: 2 hr. 49 min.
País: Estados Unidos
Director: Christopher Nolan
Guion: Christopher Nolan, Jonathan Nolan
Fotografía: Hoyte Von Hoytema
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Hoyte Von Hoytema
Música: Hans Zimmer
Reparto: Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain, Casey Affleck, Michael Caine, Matt Damon
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