Una madre soltera viuda, levantando a su hijo violento solo, encuentra una nueva esperanza cuando un misterioso vecino inserta a sí misma en su hogar.
Crítica de la película
Quizá en un mundo perfecto Mommy sería el drama ideal para las familias normales, pero como nuestro mundo es imperfecto y, por defecto, nosotros también, digamos que es una película para todas las familias rotas del mundo que tienen la ilusión de ser perfectas. Con este filme, el joven director canadiense Xavier Dolan (de solo 26 años en el tiempo que escribo esto), demuestra la energía de un prodigio del cine cuando la composición de todos los planos entra en juego, por supuesto, presentadas con unas explosivas interpretaciones de parte de Anne Doval y de Antoine-Olivier Pilon. Las actuaciones le sirven a Dolan para mantener el compás discursivo de lo que pasa con el fin de explayar un estudio desgarrador del descontrol que sienten la madre y el hijo al momento de claudicar ante el desasosiego y la alevosía.
En el instante en que Diane Després (Anne Doval) aparece desesperada, sabemos hacia dónde va el asunto: hacia la histeria. Diane es una madre viuda que tiene la tarea difícil de educar a su hijo adolescente, Steve (Antoine-Olivier Pilon). Sin embargo, Steve, quien antes se encontraba interno en un centro correccional, es un muchacho de naturaleza impulsiva, desalineada, que repele violentamente cualquier intento de corregir su comportamiento porque padece un trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Debido a esto, Diane intenta subsanarlo, pero, al no poder, recurre a la ayuda de la misteriosa vecina Kyla (Suzanne Clément) para tratar de lograrlo.
La relación entre estos tres personajes es el núcleo de la historia, y cada vez que se va estrechando, crean una dependencia mutua para cubrir las inseguridades y el enigma que sucede con sus vidas resquebrajadas, además de que todos buscan la libertad a través de la compasión, un comentario al apego maternofilial. La trama de un guion escrito por Dolan procede, en ocasiones, a expulsar las tendencias dramáticas para mantener la atención y alterar los estados anímicos de lo que se describe en las escenas. Recurre, también, a ocultar de forma implícita la intimidad, el sexo inesperado a causa de la efebofilia y los derroches de psicología de los personajes para que podamos interpretarlos. Hay profundidad psicológica, y la inteligencia del guion no teme en exponerlos con intensidad.
Naturalmente, si observamos más allá del lazo afectivo surgido entre la madre y el hijo, la película, al estar filmada en una relación de aspecto de 1:1, otorga un toque claustrofóbico a los encuadres. Es una cinta intensa, rica en diálogos, en actuaciones y en banda sonora. Dolan ha dirigido una película con un nivel de franqueza emocional que es difícil de olvidar.
Duración: 2 hr. 18 min.
País: Canada
Director: Xavier Dolan
Guion: Xavier Dolan
Música: Eduardo Noya
Fotografía: André Turpin
Reparto: Anne Dorval, Antoine-Olivier Pilon, Suzanne Clément, Alexandre Goyette
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