Un ex-operativo de las Fuerzas Especiales convertido en mercenario se somete a un experimento que lo deja con poderes de curación acelerada, adoptando el alter ego Deadpool.
Crítica de la película
La película de Deadpool se encontraba desarrollándose en Fox por más de diez años sin señales de progreso; probablemente por la violencia, la desnudez y los chistes grotescos que posee la historieta cuando presenta un antihéroe impertinente y hablador que rompe los estereotipos del cine de Marvel.
La idea de este spin-off de los X-Men del debutante Tim Miller ("el fantoche con el sueldo excesivo") es que la provocación entretenga y que los diálogos que escupe Deadpool logren que uno llore de la risa; olvidándose de la comedia ligera y orientando la película para un público adulto. Apuesta a la acción violenta y al humor negro más retorcido que se haya visto en una película de Marvel, claro, con el alocado rol de Ryan Reynolds como Deadpool.
Y, digamos que la misma historia no se toma nada en serio. Y no le importa. Pero está bien contada. Comienza con una secuencia de apertura muy alocada donde Wade Wilson/Deadpool (Ryan Reynolds) se enfrenta a una pandilla para vengarse por lo que le hicieron, ya que ha sido víctima de un experimento que casi destruye su vida.
Pero Deadpool también tiene un pasado, y través de los flashbacks descubrimos su vida de mercenario y lo que lo ha llevado hasta ese punto. Asimismo, sabemos que detrás de la máscara de bromas ácidas se encuentra un individuo inseguro ante las apariencias y neurótico que hace lo que le da la gana pero con su propio sentido de moral.
Lo bueno es que conectamos rápido con el carisma del Mercenario Bocón porque sus ocurrencias rayan en lo ridículo. Está consciente de que es un personaje del cómic y no teme expresarlo con cada monólogo que sale de su boca. Comúnmente logra interactuar con el espectador en las escenas que rompe la cuarta pared. Y suponiendo que la película es narrada desde su punto de vista, sabemos que lo que vemos en pantalla ya ha pasado y es metaficcional.
La película asume un ritmo que se va volando principalmente porque conserva un estilo narrativo que es simple; es decir, nos damos cuenta de que hay un antihéroe, un villano, un mejor amigo, una chica, un par de situaciones y una historia de amor dentro de un relato de superhéroes. Aunque suene simple, resulta ingeniosa por la manera en que la sátira se apodera de todo, pues Deadpool se burla claramente de Ryan Reynolds (él mismo), de los X-Men y de Green Lantern; y provee muchísimas referencias descaradas de la sexualidad, de las relaciones, de las celebridades, de las películas de superhéroes y hasta de los cantantes de la cultura popular de los ‘80. Y es sumamente explícito.
Hay que reconocer que la película es un buen entretenimiento que se disfruta de principio a fin. Y Miller, en su debut como director, prefiere apoyarse más en el sarcasmo que en la pirotecnia para centrar la atención en Deadpool y mantenerse fiel al tebeo. También usa la buena música de Junkie XL en las escenas clave. Le queda balanceada cuando desarrolla el personaje con la chispa loca que lo caracteriza.
Al final hay chimichanga para todos, pues Deadpooles un film muy divertido para los adictos a las cintas de superhéroes que buscan algo atrevido para morirse de la risa. Lo cierto es que Reynolds ha hecho el papel de su carrera interpretando a uno de los antihéroes más chiflados del repertorio de Marvel. Y después de ver esta locura de película puedo garantizar que Ryan Reynolds será el enmascarado sarcástico durante mucho tiempo.
La idea de este spin-off de los X-Men del debutante Tim Miller ("el fantoche con el sueldo excesivo") es que la provocación entretenga y que los diálogos que escupe Deadpool logren que uno llore de la risa; olvidándose de la comedia ligera y orientando la película para un público adulto. Apuesta a la acción violenta y al humor negro más retorcido que se haya visto en una película de Marvel, claro, con el alocado rol de Ryan Reynolds como Deadpool.
Y, digamos que la misma historia no se toma nada en serio. Y no le importa. Pero está bien contada. Comienza con una secuencia de apertura muy alocada donde Wade Wilson/Deadpool (Ryan Reynolds) se enfrenta a una pandilla para vengarse por lo que le hicieron, ya que ha sido víctima de un experimento que casi destruye su vida.
Pero Deadpool también tiene un pasado, y través de los flashbacks descubrimos su vida de mercenario y lo que lo ha llevado hasta ese punto. Asimismo, sabemos que detrás de la máscara de bromas ácidas se encuentra un individuo inseguro ante las apariencias y neurótico que hace lo que le da la gana pero con su propio sentido de moral.
Lo bueno es que conectamos rápido con el carisma del Mercenario Bocón porque sus ocurrencias rayan en lo ridículo. Está consciente de que es un personaje del cómic y no teme expresarlo con cada monólogo que sale de su boca. Comúnmente logra interactuar con el espectador en las escenas que rompe la cuarta pared. Y suponiendo que la película es narrada desde su punto de vista, sabemos que lo que vemos en pantalla ya ha pasado y es metaficcional.
La película asume un ritmo que se va volando principalmente porque conserva un estilo narrativo que es simple; es decir, nos damos cuenta de que hay un antihéroe, un villano, un mejor amigo, una chica, un par de situaciones y una historia de amor dentro de un relato de superhéroes. Aunque suene simple, resulta ingeniosa por la manera en que la sátira se apodera de todo, pues Deadpool se burla claramente de Ryan Reynolds (él mismo), de los X-Men y de Green Lantern; y provee muchísimas referencias descaradas de la sexualidad, de las relaciones, de las celebridades, de las películas de superhéroes y hasta de los cantantes de la cultura popular de los ‘80. Y es sumamente explícito.
Hay que reconocer que la película es un buen entretenimiento que se disfruta de principio a fin. Y Miller, en su debut como director, prefiere apoyarse más en el sarcasmo que en la pirotecnia para centrar la atención en Deadpool y mantenerse fiel al tebeo. También usa la buena música de Junkie XL en las escenas clave. Le queda balanceada cuando desarrolla el personaje con la chispa loca que lo caracteriza.
Al final hay chimichanga para todos, pues Deadpooles un film muy divertido para los adictos a las cintas de superhéroes que buscan algo atrevido para morirse de la risa. Lo cierto es que Reynolds ha hecho el papel de su carrera interpretando a uno de los antihéroes más chiflados del repertorio de Marvel. Y después de ver esta locura de película puedo garantizar que Ryan Reynolds será el enmascarado sarcástico durante mucho tiempo.
Ficha técnica:
Año: 2016
Duración: 1 hr. 48 min.
País: Estados Unidos
Director: Tim Miller
Guion: Rhett Reese, Paul Wernick (Personajes: Rob Liefeld, Fabian Nicieza)
Música: Junkie XL
Fotografía: Ken Seng
Reparto: Ryan Reynolds, Morena Baccarin, Gina Carano, T.J. Miller, Ed Skrein
7/10
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