Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 2 hr. 11 min.
País: Estados Unidos
Director: Mel Gibson
Guion: Robert Schenkkan, Andrew Knight
Música: Rupert Gregson-Williams
Fotografía: Simon Duggan
Reparto: Andrew Garfield, Sam Worthington, Hugo Weaving, Vince Vaughn, Teresa Palmer
Crítica de la película
Han pasado diez largos años desde la última vez que el controversial Mel Gibson dirigía una película, la aburrida Apocalypto. Pero ahora, años después, nos sorprende con esta película, Hacksaw Ridge, sobre todo porque es una buena película bélica que marca el regreso de Gibson a su forma más eficaz como director. Y lo comprobamos cuando vemos la emocionante historia del soldado norteamericano que quiso ser una especie de Mahatma Gandhi durante la Segunda Guerra Mundial al querer participar desarmado en un lugar donde la violencia se burla de la paz con cada bala disparada.
Me asombra pensar que la odisea de este señor, Desmond Doss, quien está estupendamente interpretado por Andrew Garfield, es un hecho verídico que resulta interesante por la manera en la que cuenta la travesía que tuvo como médico pacifista de los Estados Unidos para salvar la vida de 75 oficiales heridos en la batalla de Okinawa. Su retrato histórico es el de un individuo que se apoya de la valentía y de la obsesiva fe religiosa para alimentar la convicción que tiene como objetor de conciencia.
La intención de Gibson, quien es un experto dirigiendo violentas contiendas históricas, es la de distanciarse de los típicos héroes que cometen actos brutales para narrar el argumento de un personaje que se niega a matar o a cargar con armas a causa de sus fuertes creencias personales. Es una de las razones por la que el protagonista, Desmond Doss, termina siendo un médico que ni siquiera lleva consigo una pistola de agua en medio de la beligerancia.
El relato de Desmond Doss comienza en Virginia donde vive con su familia. Allí tiene que soportar a su padre, Tom Doss (Hugo Weaving), un borracho de tercera que tiene la afición de pegarle a su madre, Bertha Doss (Rachel Griffiths), y a su hermano, Harold Doss (Nathaniel Buzolic). La traumática experiencia que tuvo por agredir violentamente a su hermano cuando eran niños y los fundamentos religiosos inculcados por su madre, lo marcan para siempre.
Siendo un adulto, Doss, aferrado a su inquebrantable autosugestión cristiana auxilia a una persona atropellada y la traslada a un hospital. Allí termina conociendo a Dorothy Schutte (Teresa Palmer), una enfermera que le enseña medicina. Ambos se enamoran. Pero con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Doss decide enfrentarse a sus temores alistándose en el ejército como médico de combate, sin embargo, su inclinación dogmática choca con una realidad muy diferente a lo que pensaba: el infierno bélico.
En la primera hora de la película Gibson crea intimidad psicológica con la relación que desarrolla Doss con su familia conservadora. A veces recurre al melodrama complaciente para mostrarnos el noviazgo que tiene con Dorothy, y todo parece optimista. Pero luego en la segunda mitad, consigue una mayor intensidad dramática para transformar el film en un potente ejercicio de dirección que traslada la acción de Doss a las entrañas del abismo de la guerra, una zona en la que pone en riesgo su vida para socorrer a los compañeros lacerados del ejército; por supuesto, presentada con impactantes secuencias de batalla.
Lo que percibimos aquí es la efigie humanista de un hombre cuyos valores morales lo convierten en un rebelde social que desafía la autoridad militar y cuestiona las idiosincrasias de la ética bélica cuando rechaza la idea de que matar es una violación a los mandamientos bíblicos. Sin embargo, todo lo que hace Doss lo motiva a ser un héroe inesperado que en tiempos difíciles solo se vale de su compendio religioso para sobrevivir a la contienda.
Se puede decir que Gibson ha regresado al violento drama histórico por el que se ha caracterizado su estilo, pero ahora logra atraparnos con una conmovedora película antibélica que habla de los horrores de la guerra y de los principios patrióticos que rigen el mundo conservador. Está realizada con un pulso vigoroso que en ningún momento pierde el ritmo. Es su mejor película desde la espectacular Braveheart.
7/10
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