Crítica de la película 'El matrimonio Loving'

El matrimonio LovingLa historia del caso histórico de los derechos civiles que se centró en pareja interracial Richard y Mildred Loving, y su derecho a casarse y vivir en su estado natal de Virginia.

Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 2 hr. 03 min.
País: Estados Unidos
Director: Jeff Nichols
Guion: Jeff Nichols
Música: David Wingo
Fotografía: Adam Stone
Reparto: Joel Edgerton, Ruth Negga

Crítica de la película


Me parece que en estos tiempos vergonzosos, donde los prejuicios raciales todavía no han desaparecido de la sociedad, esta película, Loving, es una película que merece ser vista, sobre todo porque usa la historia basada en hechos reales de una pareja interracial estadounidense en los años 50 que se debe enfrentar a la enfermiza segregación racial de las leyes norteamericanas. Su lucha es una batalla por los derechos civiles, pues las legislaciones de aquel entonces invalidaban el matrimonio interracial.

También se podría decir que el director Jeff Nichols (Mud, Shotgun Stories, Take Shelter) se encarga de que algunas veces la película evite los convencionalismos previsibles que usualmente se ven en este tipo de dramas. Pero no le veo ánimos de empatía. Las escenas me resultan mecánicas, esqueléticas. Y la plétora de modestia que se toma para narrar la vida de Richard (Joel Edgerton) y Mildred Loving (Ruth Negga) ha entorpecido el desarrollo dramático hasta dejarme tan frígido como un cubo de hielo sacado de la nevera de un muerto.

La historia real de este dúo fue una odisea de los derechos civiles. La controversia se inició cuando Mildred Loving, una mujer negra, y Richard Loving, un hombre blanco, les dio la gana de casarse en 1958. Debido a esto, fueron arrestados y expulsados del estado de Virginia, cuyos estatutos antimestizaje de la época prohibían la unión interracial. Durante una década tuvieron que luchar para exigir la legalidad que le correspondía y poder regresar a su pueblo.

Lo que puedo apreciar de la película, más que el defectuoso argumento, es que las actuaciones de Edgerton y de Negga consiguen interpretar a unos personajes sinceros que nunca se escapan de la credibilidad expresiva. Todo lo que hacen se ve genuino. No hay ninguna escena donde los gestos ni el lenguaje corporal se vea espurio. Eso lo agradecemos, principalmente a Ruth Negga, quien interpretando a una mujer apacible, de voz suave, de piel de color, empodera el rol de una mujer que es el pilar de su familia.

El problema que veo con este supuesto consorcio de felicidad, o gran acontecimiento de fidelidad marital, o lo que sea, es que la narración se vuelve tan momificada que no pasa absolutamente nada; nada que sea memorable, nada que sea emocional. Y la intención de Nichols es que los personajes se sientan excesivamente sentimentales y lánguidos para destacar el desesperado momento de esperanza que esta famosa pareja de campesinos experimentaba en sus vidas diarias. Sus aburridas vidas me han propiciado un maratón de bostezos.

Entiendo que la estética del cine de Nichols demanda pocos diálogos y la evasión de subterfugios narrativos para sustentar los típicos temas del apego conyugal, las relaciones familiares y la condición humana en determinados escenarios sociales, además ahora apunta al racismo institucionalizado de los Estados Unidos. Sin embargo, todo es una rutina superflua que describe escenas que carecen de poder para el buen drama.

En la superficie de esta película encuentro belleza fotográfica, un buen diseño de vestuario y de producción que capturan el período con un elegante detalle, pero también he hallado un inmenso aburrimiento de dos abusivas horas. Tanta ingenuidad me ha enfermado.


6/10

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