Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 50 min.
País: Estados Unidos
Director: Barry Jenkins
Guion: Barry Jenkins (Historia: Tarell McCraney)
Música: Nicholas Britell
Fotografía: James Laxton
Reparto: Mahershala Ali,Trevante Rhodes, André Holland, Janelle Monáe,
Crítica de la película
En esta película, Moonlight, podemos observar algo que es un poco inusual en los dramas de mayoría de edad. Trata la trágica historia de un chico afroamericano proveniente de una familia disfuncional que se halla encerrado en el clóset de las dudas sexuales desde la infancia hasta la adultez. Es el retrato de un muchacho que penosamente se niega a ser quien es para encajar con la corriente de la sociedad.
Con esta película independiente, el cineasta afroamericano Barry Jenkins demuestra que un drama de personas de piel negra no tiene necesariamente que tocar temas de la esclavitud ni de pandillas barriales para ofrecer algo nuevo. En su desarrollo no hay convencionalismos, no hay pretensiones, no hay exageraciones. Todo transcurre con moderación para que fraternicemos con el viaje de autodescubrimiento del joven Chiron.
En tres largos episodios, vemos cómo la narración alcanza un ritmo mesurado para contar lo que pasa. Chiron (Alex Hibbert), es un niño tímido que casi no habla. Vive en una zona empobrecida en Miami a finales de los 90. A veces, debe esconderse de los niños del arrabal que intentan abusar de su infelicidad. En uno de esos días, conoce a Juan (Mahershala Ali), un distribuidor de drogas, que lo rescata de los abusadores.
La relación entre ambos evoluciona rápido porque Juan lo trata como una si fuera su padre. También intenta criarlo cuando se entera de que la madre de Chiron, Paula (Naomi Harris), es una drogadicta que abusa de la inocencia del niño. Juan es la efigie del orden patriarcal, es el hueco que llena el vacío paternal de Chiron. Y realmente juega un papel determinante cuando le aconseja seguir su propio camino.
A medida que avanzan los años, Chiron tiene que hacerle frente a la dura realidad de vivir en los violentos suburbios, además de que batalla con la crisis interna de ser un negro homosexual marginado. Es un personaje complejo que contrasta pesadamente con los estereotipos de la masculinidad afroamericana que usualmente distinguimos en las películas, sobre todo porque los conflictos intrínsecos que acarrea son un reflejo de la incertidumbre que siente. Está ensimismado en las terribles olas de la incomprensión, de las dudas y del miedo.
Los actores Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes, quienes respectivamente interpretan a Chiron en las tres etapas de la narración poseen un buen registro dramático en casi todas las escenas, consiguiendo que las emociones transmitidas por el chico sean legítimas desde la niñez hasta la madurez. No hay ni una sola escena en la que no sintamos empatía por lo que le sucede.
Si hay un personaje que se queda con nosotros después de la película es el de Mahershala Ali como Juan. Es el personaje más importante del film, pues como mentor es la catarsis que influencia en la forma en que el protagonista visualiza el mundo. Y este señor, Ali ofrece una tremenda actuación como un vendedor de drogas que usa la tolerancia para aceptar a los que le rodean. Créditos también a Naomi Harris por su convincente actuación como la madre drogadicta.
En su segunda película, Jenkins logra que los matices emocionales de la película siempre sean contemplativos y reflexivos. Ejecuta la puesta en escena con una eficacia prodigiosa colmada de intensidad dramática. Y ayudado por grandes actuaciones, el sólido guion, la afectiva banda sonora y la preciosa fotografía, sus imágenes son casi hipnóticas encuadrando la poesía humana.
Naturalmente, lo más importante de la película es que los temas de la identidad sexual, la tolerancia racial y la represión de los deseos nos pueden servir como alegorías de esas personas silenciadas que hoy en día necesitan expresarse más que nunca, especialmente en las comunidades afroamericanas. Es el comentario social de una realidad humana íntimamente sincera.
7/10
Con esta película independiente, el cineasta afroamericano Barry Jenkins demuestra que un drama de personas de piel negra no tiene necesariamente que tocar temas de la esclavitud ni de pandillas barriales para ofrecer algo nuevo. En su desarrollo no hay convencionalismos, no hay pretensiones, no hay exageraciones. Todo transcurre con moderación para que fraternicemos con el viaje de autodescubrimiento del joven Chiron.
En tres largos episodios, vemos cómo la narración alcanza un ritmo mesurado para contar lo que pasa. Chiron (Alex Hibbert), es un niño tímido que casi no habla. Vive en una zona empobrecida en Miami a finales de los 90. A veces, debe esconderse de los niños del arrabal que intentan abusar de su infelicidad. En uno de esos días, conoce a Juan (Mahershala Ali), un distribuidor de drogas, que lo rescata de los abusadores.
La relación entre ambos evoluciona rápido porque Juan lo trata como una si fuera su padre. También intenta criarlo cuando se entera de que la madre de Chiron, Paula (Naomi Harris), es una drogadicta que abusa de la inocencia del niño. Juan es la efigie del orden patriarcal, es el hueco que llena el vacío paternal de Chiron. Y realmente juega un papel determinante cuando le aconseja seguir su propio camino.
A medida que avanzan los años, Chiron tiene que hacerle frente a la dura realidad de vivir en los violentos suburbios, además de que batalla con la crisis interna de ser un negro homosexual marginado. Es un personaje complejo que contrasta pesadamente con los estereotipos de la masculinidad afroamericana que usualmente distinguimos en las películas, sobre todo porque los conflictos intrínsecos que acarrea son un reflejo de la incertidumbre que siente. Está ensimismado en las terribles olas de la incomprensión, de las dudas y del miedo.
Los actores Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes, quienes respectivamente interpretan a Chiron en las tres etapas de la narración poseen un buen registro dramático en casi todas las escenas, consiguiendo que las emociones transmitidas por el chico sean legítimas desde la niñez hasta la madurez. No hay ni una sola escena en la que no sintamos empatía por lo que le sucede.
Si hay un personaje que se queda con nosotros después de la película es el de Mahershala Ali como Juan. Es el personaje más importante del film, pues como mentor es la catarsis que influencia en la forma en que el protagonista visualiza el mundo. Y este señor, Ali ofrece una tremenda actuación como un vendedor de drogas que usa la tolerancia para aceptar a los que le rodean. Créditos también a Naomi Harris por su convincente actuación como la madre drogadicta.
En su segunda película, Jenkins logra que los matices emocionales de la película siempre sean contemplativos y reflexivos. Ejecuta la puesta en escena con una eficacia prodigiosa colmada de intensidad dramática. Y ayudado por grandes actuaciones, el sólido guion, la afectiva banda sonora y la preciosa fotografía, sus imágenes son casi hipnóticas encuadrando la poesía humana.
Naturalmente, lo más importante de la película es que los temas de la identidad sexual, la tolerancia racial y la represión de los deseos nos pueden servir como alegorías de esas personas silenciadas que hoy en día necesitan expresarse más que nunca, especialmente en las comunidades afroamericanas. Es el comentario social de una realidad humana íntimamente sincera.
7/10
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