Ficha técnica
Año: 2017
Duración: 1 hr 55 min
País: Estados Unidos
Director: Martin McDonagh
Guion: Martin McDonagh
Música: Carter Burwell
Fotografía: Ben Davis
Reparto: Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Lucas Hedges
Crítica de la película
El cine del realizador angloirlandés Martin McDonagh se ha convertido en el sinónimo de la comedia negra y de la mezcla de géneros, en el que el patetismo más irónico puede llegar a convertirse en algo serio, casi existencial. Lo ha demostrado en sus primeras películas, In Bruges y Seven Psychopaths, en la que los personajes, mostrados como unos incompetentes, se expresan con una verborrea cómica, y se involucran en actos de violencia que repercuten en situaciones escabrosas, inseparables del teatro de la crueldad. No es una casualidad que también sea dramaturgo.
El filme más reciente de este señor, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, perpetúa el estilo tragicómico por el que es conocido, atiborrado de diálogos locuaces que salen de la boca de un reparto estelar, pues tal y como lo había hecho en los "Siete psicópatas", tiene un par de personajes muy peculiares. Es, ante todo, un misterio, relatado con unas coincidencias que para funcionar apelan al absurdo, al humor negro y a los giros inesperados, aplazando la sensación de que algo malo va a pasar en la crónica de una mujer que anhela la venganza.
La protagonista, Mildred Hayes (Frances McDormand), vive en Ebbing, un pequeño poblado de Misuri habitado por sureños racistas, policías incompetentes y derrotistas que han sido abandonados por su país. Mildred, señora de carácter fuerte, se dirige a la comisaría local para reclamar que continúen investigando la violación y asesinato de su hija. Pero los oficiales, Bill Willoughby (Woody Harrelson) y Jason Dixon (Sam Rockwell), incapaces de hallar las pistas del supuesto asesino, han dejado el caso, despertando así la furia de Mildred, quien decide denunciar el asunto con tres carteles publicitarios en la entrada del pueblo para llamar la atención de los medios nacionales.
Mildred es una mujer autónoma que tiene un temperamento agridulce. Como toda madre, ha sufrido y decide tomar la justicia en sus manos. Su insistencia en el homicidio de su hija la lleva a desnudar los prejuicios sociales y raciales de los individuos que habitan en su municipio, incluyendo el irreverente oficial Dixon, quien, además de ser un racista poseído por tendencias violentas, solo desea remover los tres letreros que ha puesto Mildred. Sin embargo, a Mildred solo le interesa que atrapen al culpable.
La guerra librada entre Mildred y los guardias del condado es un duelo de actuaciones estupendas, en la que McDormand, Harrelson y, especialmente, Rockwell interpretan a unos personajes condenados a un periplo de brusquedad que se ha desatado por las mentiras y las sospechas. A McDormand no le falta nada como la mamá imperiosa, pues interpreta a Mildred con un registro dramático que nos pone a sentir su cólera latente. A Rockwell nunca lo habíamos visto tan malvado, tan carismático, es el policía racista que en el fondo anhela curar las heridas del pasado.
La morosidad con la que McDonagh narra este vaivén cotidiano construye un pequeño cosmos de contrariedades con el fin de que la motivación detrás de las acciones de los personajes se tome la mesura necesaria para concebir la catarsis. Nos ha engañado, haciéndonos creer que la redención está esperándolos. La trama de represalia es, en efecto, una farsa para distraernos del hecho de que está pasando ante nuestros ojos y que nunca veremos a Mildred vengarse del perpetrador.
El filme de McDonagh lo podemos interpretar como una metáfora del matriarcado en una sociedad antropófaga que está siendo devorada por la xenofobia y la inequidad de género, específicamente en el sur profundo de un lugar donde la moralidad se ha desplomado. Sutilmente conjunta el drama, el crimen y la comedia. Es lacerante, risible y, a veces, hasta melancólica. De McDonagh podemos esperar lo que sea.
7/10
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