Ficha técnica
Año: 2017
Duración: 1 hr 41 min
País: Estados Unidos
Director: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Música: Woody Allen (seleccionada)
Fotografía: Vittorio Storaro
Reparto: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, James Belushi,
Crítica de la película
A sus 82 años, el genio eterno de las infidelidades melodramáticas, Woody Allen, todavía sigue con la costumbre de filmar una película al año, algo que para él se ha convertido en un ritual, filmando (casi siempre) ideas similares, pero desde distintos ángulos, con diferentes actores y preservando el sello estilístico. Independientemente del resultado, siempre espero reírme con las situaciones irónicas de los personajes que pueblan su mente. Pero, a veces, la cosa no le queda tan bien cuando reemplaza la comedia por el drama. En su más reciente trabajo, Wonder Wheel, un teatral melodrama que me ha dejado inanimado, la narración presenta irregularidades que no dejan que sea satisfactoria.
Supongo que Allen la ha dirigido con todo el amor posible, porque la película, por lo que sé, marca su regreso a la ciudad de Nueva York, lugar donde nació y en el que ha rodado clásicos inolvidables como Annie Hall (1977), Manhattan (1979) y la excelente Hannah and Her Sisters (1986). Pero ese amor no lo siento en lo más mínimo, los personajes carecen de textura dramática. Allen la ha elaborado como un drama de época y, aunque se ve precioso por los coloridos encuadres del maestro de la luz, Vittorio Storaro, me parecen insustanciales las soluciones que propone para los enredos idílicos de los personajes, algunos de los cuales entran y salen de las escenas como si estuvieran en el teatro.
La historia se desarrolla en Coney Island en la década de los 50, donde Mickey Rubin (Justin Timberlake), un joven que trabaja en la playa de un parque de diversiones, rompe la cuarta pared para narrar las peripecias que tiene cuando conoce a Ginny (Kate Winslet), una bella camarera que, además de estar casada con Humpty (Jim Belushi), un operador del carrusel del parque, está pasando por una crisis de mediana edad. A la crónica también se suma Richie Rannell (Jack Gore), el pirómano hijo pequeño de Ginny que aporta un poco de comicidad a los vaivenes y, Carolina (Juno Temple), la hija del primer matrimonio de Humpty que huye de unos mafiosos que la persiguen.
Estos triviales personajes son los sospechosos usuales de Allen, quienes movilizan la trama con un granito de ironía para construir las infidelidades, el desamor, las ilusiones perdidas, algunos soñando con ser exitosos, a pesar de que la condición social de la época lo impide. Ginny es la señora neurótica y desesperada que antes quería ser actriz, con dolores de cabeza producidos por la melancolía que le causa vivir en la pobreza y al lado de un marido alcohólico; tiene un amorío con Mickey para apaciguar el vacío de su existencia. Mickey representa al hombre idealista y apuesto que aspira ser escritor, pero en lo que sueña, se gana la vida como salvavidas en la playa. Carolina es la muchacha artificial de Allen, la rubia fatal que utiliza como mecanismo para desatar los celos de Ginny, cliché que anticipo con facilidad desde que la introduce.
Me ha encantado que el uso del color y de la música de jazz refuercen los estados de ánimo de los personajes, describiendo fácilmente lo que piensan en algunas escenas: deseo, desafecto, histeria. El problema está en que la narración de Allen se vuelve lábil, previsible, nunca escapa de la menudencia del conflicto que genera las infidelidades del tríptico de Ginny, Mickey y Carolina, quienes excluyendo a Ginny (en una agradable actuación de Kate Winslet) no cuentan con el desarrollo necesario, son herramientas para solventar unas estrecheces superficiales. El trasfondo de que vienen de clase trabajadora es una excusa pretenciosa para justificar el arrepentimiento y la culpa del pasado.
Para estos personajes, la vida da muchas vueltas, como si estuvieran atrapados en un círculo de circunstancias desafortunadas, tal y como lo simboliza la rueda de la maravilla “Wonder Wheel”, cerca de la cual se ambienta el relato. La teatralidad con la que funcionan, referenciando claramente la dramaturgia de Eugene O’ Neill, hace que sean de una sola dimensión, acartonados, restándole cualquier posibilidad de realismo dramático. No es una mala película, pero es una regular en la filmografía de Allen.
6/10
0 comments:
Publicar un comentario