Este drama biográfico es sencillo, comedido, sin muchas pretensiones de grandeza, pero la historia que exhibe transmite la sensación de tragedia que acecha al protagonista, Donald Crowhurst; un marino desesperanzado muy bien interpretado por Colin Firth. La narrativa nunca se hunde cuando Firth sale a flote interpretando a este individuo que confronta al mar y a unos demonios internos que ambicionan destruirlo. Lo más interesante es que, como la trama es contada desde el punto de vista del protagonista, sentimos lo que piensa cuando es víctima de las circunstancias y de la desesperación producida por su inexperiencia como marinero, en un océano que no tolera a los aventurados menos expertos.
En un principio, Donald Crowhurst (Colin Firth), hombre británico con una alegre familia de clase media, se muestra entusiasmado cuando comparte con su familia los inventos que ha hecho. Aunque es un aficionado de la navegación, su optimismo lo lleva a pensar que está destinado al panteón de los navegadores, y, para demostrarlo, construye su propio trimarán, llamado Teignmouth Electron, con la intención de participar en la carrera Golden Globe, una competición para marineros realizada por el periódico The Sunday Times que otorga un premio al ganador que le dé la vuelta al mundo navegando por el océano sin detenerse, además de la gloria que tanto anhela y el dinero para rescatar su negocio. Al barco le pone todo el empeño posible, incluyendo casi todo el dinero de la familia para su construcción. Con un barquito inacabado y sin ser probado, Crowhurst, en sus ansias de ganar la carrera, se despide de su familia y zarpa solo por el océano. Y rápidamente se da cuenta de que estar solo en el océano no es como lo pintan.
Una vez en altamar, la actuación de Firth como Crowhurst nos presenta los traumas psicológicos que encara el protagonista. Intercambia el idealismo que ocupa la cara de Crowhurst por una angustia que inquieta, una vez que comienza a ver el mar como un momento de claridad, porque, poco a poco, va perdiendo la cordura por el estrés postraumático, el aislamiento y la desilusión provocada por la posición que ocupa en la carrera. El Crowhurst de Firth reconoce que es un perdedor y un mentiroso, volviéndose timorato ante el peligro y la cruel posibilidad de fracasar. Muchos flashbacks forman parte de lo que piensa: su sensible esposa Clare, sus adorados hijos, sus amigos, toda la vida que ha dejado por detrás; aunque también escenas paralelas de esos personajes se contraponen a los pensamientos que tiene durante el viaje.
Esta película de Marsh, cargada de un discreto simbolismo en el mar, consigue el efecto dramático deseado contando la odisea de Donald Crowhurst, un sujeto vencido por la soledad y la vergüenza, alguien que lo ha perdido todo y que quiere redimirse por los deslices que ha cometido. Lo que le pasó allí, en las aguas saladas de un mar atemorizante, sigue siendo una verdad que se desvaneció como la espuma de las olas, pero esta película, por lo menos, ofrece una visión honesta de su nefasto viaje.
Año: 2018
Duración: 1 hr 52 min
País: Reino Unido
Director: James Marsh
Guion: Scott Z. Burns
Música: Jóhann Jóhannsson
Fotografía: Eric Gautier
Reparto: Colin Firth, Rachel Weisz, David Thewlis, Jonathan Bailey
Calificación: 7/10
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