La película, dirigida por Adam Mckay (director de la parodia financiera The Big Short), adquiere un ritmo vigoroso al cristalizar la historia del vicepresidente maligno, repartiendo los mejores momentos entre el drama biográfico, la comedia negra y la crítica sociopolítica más explícita. Hay cinismo, hipocresía, amoralidad y falacias en la crónica, adornada, casi siempre, como una afilada sátira sobre los vicios del poder y la manipulación burocrática que se pasea por los pasillos de las altas esferas políticas. Siempre conserva su naturaleza bufonesca y metaficcional, principalmente cuando los personajes rompen la cuartad pared para hablarle a la cámara. Su trabajo de maquillaje es riguroso, y el montaje logra conferir un estilo de falso documental (cercano al cine de Stone) que salta en el tiempo contando varias facetas de la carrera política de Cheney, interpretado magníficamente por un Christian Bale que está irreconocible.
Para dar a conocer a Cheney, la película recurre a Kurt (Jesse Plemons), un narrador intruso que ha sido testigo ocular y víctima de las resoluciones del funcionario por haber participado en la guerra contra Irak. Este narrador, como si fuera una especie de biógrafo no autorizado, nos cuenta los orígenes de Cheney desde que, en los años sesenta, es un donnadie a favor del alcohol que abandonó sus estudios en la universidad de Yale y un trabajador que cuelga cables para ganarse la vida en Wyoming, hasta los días en que es un vicepresidente que ejecuta órdenes drásticas en la Casa Blanca durante los atentados terroristas del 11 de septiembre; y, asimismo, de cómo la esposa de Cheney, Lynne Cheney (Amy Adams) lo influencia para que cambie su modus vivendi metiéndose a la política, comenzando a trabajar como republicano en el gobierno de Nixon y fijando su interés en el cargo diminuto que ostenta su jefe Donald Rumsfeld (Steve Carrell), dignatario carismático que Cheney idolatra y que, por cosas del destino, termina trabajando para él en el gobierno de George W. Bush (Sam Rockwell).
El argumento de la película, no obstante, representa a Cheney con la imagen de un déspota que se ha embriagado de poder para tomar ventajas políticas diseminadas en las estrategias polémicas a medida que asciende en el escalafón de los gobiernos republicanos de Gerald Ford, George H. W. Bush y George W. Bush (Sam Rockwell), en los que ostenta cargos tan prestigiosos como jefe de Gabinete de la Casa Blanca, o al servicio de la hostilidad como Secretario de Defensa durante la guerra del Golfo, o como el vicepresidente que juega a las marionetas con un futuro presidente que es algo ingenuo e inepto, aprovechando la oportunidad, casi siempre, para construir sus planes maquiavélicos detrás de la sombra de los que anhelan una nueva guerra subsidiaria, usualmente bajo el pretexto de combatir el terrorismo. Para Cheney, cuando la preponderancia crece, la ética decrece. A pesar de todo, es un padre de familia que ama a los suyos y que, cuando se halla fuera del gobierno, también disfruta con ellos, pero con un final feliz a mitad de créditos que simboliza una felicidad falsificada, pues en ese momento es el CEO de una corporación petrolera embarrada de negocios oscuros; la dicotomía ideal que comunica que tanto en la vida pública como en la privada tiene un control incalculable.
La chispa de la película radica en las actuaciones de Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell y Sam Rockwell cuando crean personajes que energizan una puesta en escena trepidante. Bale, nuevamente alterando su físico para enriquecer la descripción del rol, logra una interpretación muy metódica como Cheney, robándose los gestos, la forma de hablar y hasta el lenguaje corporal del burócrata cuando habla moviendo la boca y la cabeza de un lado para otro, como si fuera una copia recién sacada de la máquina del original. Adams está muy bien interpretando a Lynne Cheney como una mujer reservada y muy inteligente, que funciona como el catalizador para algunas de las pericias más importantes del político, la esposa que está siempre al lado de su marido, pero que también es independiente. Carell y Rockwell son eficaces, pero solo son secundarios que aportan cierto grado de comicidad que se yuxtapone a la hermética personalidad del protagonista.
Año: 2018
Duración: 2 hr 12 min
País: Estados Unidos
Director: Adam McKay
Guion: Adam McKay
Música: Nicholas Britell
Fotografía: Greig Fraser
Reparto: Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell, Jesse Plemons,
Calificación: 7/10
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