Crítica de 'La casa de Jack': el infierno del arte de Lars von Trier

La casa de Jack



El cine del director danés Lars von Trier siempre ha desatado polémica cuando presenta películas que resultan subversivas para los espectadores que actúan como los jueces de la moral, aunque eso no impide que casi todas sean maravillosas. Los temas edificados en sus películas hablan de la crueldad soterrada del mundo, de la angustia y el sacrificio de gente que es maltratada por una sociedad intolerante, de lo absurdo que puede ser la existencia ante el destino, de la sexualidad que desnuda los prejuicios del hombre y de la mujer, de la violencia que lleva la transgresión hasta los límites más insospechados de la censura, del arte que rompe con la estratósfera de la racionalidad. Está constituido de códigos abstractos y de una narrativa rigurosa que pueden partir de una provocación para suscitar una idea poética más elevada.

En su última película, The House That Jack Built, Von Trier hace justamente esto: provocar, pero regresando a la brillantez por la que se ha caracterizado su estilo, empleando el formalismo más rupturista para crear algo novedoso en el género del terror psicológico. Narra la historia de Jack, un homicida sofisticado, para elaborar una metáfora poderosísima sobre la función que tiene el arte como una forma de expresión humana alejada de cualquier rastro de moralidad; una que es universal y que, con insertos muy simbólicos, nos pasea por cosas tan preciosas como la música, la arquitectura, la escultura, la literatura, la poesía, la fotografía y la pintura. Sus diálogos tienen vocación por la filosofía más sobria, y la narración fluye como la barca de Dante en las aguas de la laguna Estigia.

La historia de la película, dividida en cinco incidentes sin orden cronológico específico, describe la vida de Jack (Matt Dillon), el asesino en serie que tiene el pasatiempo de ser misántropo, en el transcurso de 12 años durante la década de los setenta y los ochenta en el estado de Washington. En ese tiempo, manejando una peculiar camioneta roja, se dedica a buscar mujeres para asesinarlas brutalmente y almacenar sus cadáveres en un congelador industrial, donde las conserva a todas cuidadosamente disecadas, pero lo hace con un propósito mayor. Como Jack ha fracasado como ingeniero, recurre a la arquitectura [del asesinato] para ser un artista, pues su sueño es construir una residencia gigante con los materiales adecuados [restos] para poder vivir. Para Jack, ultimar personas es una especie de arte. A lo largo del film, no obstante, por medio de una voz en off sostiene conversaciones con Verge (Bruno Ganz), un personaje misterioso que se halla fuera de campo, relatando a detalle los sucesos, algunas de las cuales incluyen el arte, la filosofía, la ética, la cultura y la mirada amoral que Jack tiene sobre el mundo.

El argumento de la película propone que el Señor Sofisticación (como la prensa apoda a Jack), con su gélida y compulsiva personalidad, visualiza una obra de arte en cada uno de los crímenes que ejecuta. Y el pensamiento de concebir una nueva obra le puede llegar a Jack en cualquier momento o calculando meticulosamente sus acciones, como en la escena en la que se encuentra a una mujer (Uma Thurman) estacionada en la carretera porque necesita ayuda y, luego de ayudarla, la mata golpeándola en la cara con un gato por hablar demasiado. También al presentarse en la vivienda de una señora fingiendo ser policía y un agente de seguros que, garantizándole un aumento de pensión, termina ahorcándola con sus propias manos cuando lo deja entrar. O la chocante escena en la que se va de picnic y de cacería por el bosque con una mujer y sus dos hijos y les dispara a sangre fría con un rifle de alto calibre, todo para componer un lienzo en la tierra con los cuerpos de los tres y varios cuervos muertos. 

El acto transgresivo, representado por "el homicidio", es la catarsis que libera al artista (Jack) de las cadenas de la crisis creativa, tal y como Jack le dice a Verge: “no mires los actos, mira las obras”.

La estética impecable de la cinta resalta la agitada subjetividad de Jack recurriendo a los medios usuales acomodados por Von Trier: una cámara en mano que sigue a Jack constantemente y que, a través de un montaje muy rítmico, intensifica su mirada con primeros planos agobiantes y con planos de inserto colmados de imágenes históricas que se yuxtaponen, paralelamente, a las contravenciones que realiza. La música extradiegética, que va desde Bowie hasta Bach, también sirve para precisar el estado de ánimo de Jack y para dimensionar su nivel de satisfacción tras una labor ejecutada. Asimismo, los instrumentos de trabajo con los que Jack compone las obras están pintados de un color rojo que simboliza, tanto las emociones que Jack siente al cometer el crimen, como la consecuente violencia y el peligro al que se exponen sus víctimas. Son recursos estéticos que fortalecen la naturaleza episódica del relato y la figura del protagonista.

Con esta fábula al servicio de la perversidad y del humor negro más consecuente, Von Trier esculpe nuevamente una película que es tan cautivadora como provocativa, con una actuación sumamente metódica de un soberbio Matt Dillon. Ilustra (con claras referencias a Blake, Alighieri, Delacroix, Goethe y el mismo cine del realizador) los claroscuros interminables de los mitos del artista, diciéndonos que este crea, destruye y está condenado a incinerarse en las profundidades de un infierno cuando abandona su arte, como le sucede a Jack, en una de las secuencias más magníficas y oníricas de toda la película, al ser interrumpido por la muerte (el Virgilio de la Divina Comedia) cuando intenta erigir su obra maestra alineando a cinco hombres amarrados de distintas etnias para dispararle a corta distancia con una sola bala, pero que, irónicamente, termina haciendo otra obra: su anhelada casa; acto que es una alegoría extraordinaria del potencial que tiene el arte para unificar a la humanidad y para condenar de manera maldita al poseedor del ingenio. Es una película fascinante.


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Ficha técnica
Año: 2018
Duración: 2 hr 32 min
País: Dinamarca
Director: Lars von Trier
Guion: Lars von Trier
Música: 
Fotografía: Manuel Alberto Claro
Reparto: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough, Sofie Gråbøl,
Calificación: 8/10





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