Me causa mucha emoción haber visto esta película, Avengers: Endgame, sin que los patanes insufribles que andan diseminados en las redes sociales me lanzaran algún tipo de spoiler. Supongo que tengo suerte de principiante. La vi en un estado perpetuo de ingenuidad. Y no me arrepiento de absolutamente nada. Ni siquiera de la molestosa algarabía de los fanáticos que vociferaban en la sala de cine como si se tratara de una especie de mitin político. No hay desperdicio alguno en lo que he visionado, aún con sus tres horas de duración que pasan volando y hacen que me olvide por completo de ir al baño a cubrir mis necesidades urinarias. Es una película de superhéroes entretenida e, insólitamente, muy intimista cuando reúne por cuarta ocasión a los superhombres más poderosos del cine de Marvel para terminar con la saga del infinito que el estudio comenzó hace más de diez años y 21 películas producidas. Y sale bien parada. Si se me presenta la oportunidad, con mucho gusto la vería de nuevo.
Esta secuela de Avengers: Infinity War dirigida por los hermanos Russo pone mi corazón tan acelerado como una locomotora en algunas de las secuencias más espectaculares que haya atestiguado de este universo cinematográfico que, aparentemente, cierra un ciclo para abrir otro nuevo. Con esta película cobra sentido la continuidad establecida durante los 22 capítulos del macrocosmos cuando distingo la revisión, el homenaje imborrable a once años de superhéroes. Tiene acción, humor, melancolía, seriedad. Encuentro satisfacción en una historia muy emotiva sobre el compañerismo, la pérdida y el sacrificio. Los protagonistas que veo se muestran más profundos y empatizo con ellos en cualquier escena. Quizá se extiende más de lo necesario, pero está correctamente narrada. Lleva impresa el sello de la coherencia y de un manejo estupendo de la narración, cuya preponderancia subyace en la riqueza de los personajes, de su mundo tan fantástico y de los conflictos morales que se desatan por las anheladas piedras del infinito.
La trama de la película se sitúa tres semanas después de que Thanos (voz de Josh Brolin) eliminara la mitad de los individuos del firmamento haciendo el chasquido con las piedras del infinito. Presenta a un moribundo Tony Stark (Robert Downey Jr.) deambulando por el espacio al lado de Nébula (Karen Gillan). Ambos son rescatados por Capitana Marvel/Carol Danvers (Brie Larson). De regreso en la Tierra, se reúnen con los Vengadores restantes como Bruce Banner/Hulk (Mark Ruffalo), Thor (Chris Hemsworth), James Rhode/War Machine (Don Cheadle), Natasha Romanoff/Black Widow (Scarlett Johansson), Rocket Raccoon (voz de Bradley Cooper y Steve Rogers/Capitán América (Chris Evans). En el cuartel, deciden buscar a Thanos para quitarle las piedras del infinito y revertir lo que ha hecho. Lo encuentran mortecino en un planeta lejano. Pero es demasiado tarde. Se dan cuenta de que no pueden hacer nada porque Thanos ha destruido las piedras del infinito para prevenir que las usaran. Cinco años después, con la aparición de Scott Lang/Ant-Man (Paul Rudd), los Vengadores se proponen viajar en el tiempo a través del reino cuántico para obtener las piedras en distintos períodos del pasado y así poder cambiar las acciones del presente.
Me sorprende de inmediato el paralelismo producido por los viajes en el tiempo que entra en juego. Se estructura con buen ritmo y el típico montaje paralelo y de tiempos alternativos. Lo siento ingenioso y necesario. Creo que pocas veces lo he visto en una película de superhéroes. Hay referencias de la cultura popular para adelgazar las explicaciones complicadas que eso supone, a pesar de tratarse de ciencia-ficción. Los personajes, ahogados en la culpa, viajan al pasado para reconstruir los daños ocasionados en el presente y al mismo tiempo preservar el futuro, pero también, en el caso de algunos como Tony Stark o Steve Rogers, sirve para valorar a sus seres queridos y conocer más de sí mismos. El viaje en el tiempo es adecuado para cerrar los arcos argumentales de varios de los miembros de los Vengadores, incluyendo Iron Man y Capitán América. En esos instantes la película, además de adquirir la esencia clásica del cine de robos, le otorga una profundidad que humaniza brevemente a los personajes que hemos venido conociendo todos estos años. El viaje también se esgrime para concebir una nostalgia autorreferencial que, aunque a veces invoca a la sensiblería gratuita, nos recuerda algunos de los momentos más asombrosos de la saga.
Con el elemento de las piedras del infinito la película formula un estudio muy interesante sobre el bien y el mal que comienza con Avengers: Infinity War. El bien, además de ser cargado por todos los Vengadores, es simbolizado por Tony Stark. La travesía de la leyenda de Stark culmina cuando se sacrifica poniéndose el guante del infinito para realizar el chasquido que acaba definitivamente con Thanos. Stark, un simple humano, ha pasado de ser un héroe egoísta a un héroe de la ética que se inmola por todos. Es el personaje que se redime para salvar a los demás, si bien ya lo había experimentado en las otras películas de The Avengers. Su poder es el sacrificio que aprende con el paso de los años y en todas las batallas en las que ha participado. Por otra parte, Thanos representa el mal en su estado más politizado. Es un pedazo de tirano, megalómano, de gran poder, que anhela tranquilidad a cambio de cumplir con su objetivo de destruir la medianía de la vida del universo para balancearlo, cosa que logra en la cinta predecesora. Thanos es la antítesis de Iron Man, en el sentido de que lo sacrificaría todo con tal de lograr su cometido. Otro aspecto que simboliza esa dicotomía entre el bien y el mal está en que el héroe, Iron Man, utiliza el guante con las piedras del infinito en la mano derecha, mientras que el villano, Thanos, lo había utilizado en la mano izquierda. Tanto esta película como la antecesora Avengers: Infinity War forman, irónicamente, el balance del que habla Thanos cuando pone en pantalla su recóndita tesis sobre el conflicto eterno entre bien y el mal. En la primera el mal triunfa y el bien fracasa, mientras que en la segunda ganan los buenos y pierden los malos, estableciendo así una igualdad de condiciones entre héroes y villanos.
Sospecho que la magia de la película reside en la manera tan virtuosa en que los hermanos Russo le pasan factura, equilibrando los subterfugios clásicos de narrativa superheroica con el amplio repertorio de unos personajes que se sienten genuinos. Aunque puede ser previsible (sé de antemano que obtendrán las piedras y que matarán a Thanos) y le sobre metraje, caigo rendido ante los elementos más heterogéneos que la componen. Los golpes de efecto tienen sorpresas que me asombran cuando menos lo espero, el renovación de personalidad de Hulk como nerd y de Thor como un borracho barrigón me resulta hilarante, la música empática me conmueve en las escenas de mayor carácter dramático, la resolución final del conflicto es una cosa de locos que despierta cada uno de los vellos de mi piel con una de las batallas más colosales que se han realizado en el cosmos marveliano. Me cuesta pensar que se trata de la conclusión de toda una saga, pero así como la vida misma, nada dura para siempre. Hay que disfrutar el viaje. Es el épico final de la primera gran etapa de las películas de superhéroes de Marvel.
Ficha técnicaAño: 2019
Duración: 3 hr 01 min
País: Estados Unidos
Director: Anthony Russo, Joe Russo
Guion: Christopher Markus, Stephen McFeely
Música: Alan Silvestri
Fotografía: Trent Opaloch
Reparto: Robert Downey Jr., Mark Ruffalo, Scarlett Johansson, Chris Hemsworth, Chris Evans, Brie Larson, Don Cheadle, Paul Rudd, Josh Brolin (voz),
Calificación: 7/10
0 comments:
Publicar un comentario