Steve McQueen es un director que en esta década se ha consolidado como uno de los cineastas de mayor aclamación, tanto por el público como la crítica. Sería infame decir lo contrario. Nos ha demostrado que puede hacer un cine de arte con el sello de autor y también el de carácter más comercial al servicio de la ortodoxia de Hollywood. De su estilo me atrapa la sordidez con la que instala temas estremecedores, indóciles, turbios, que jamás abandonan el significado de la condición humana para esclarecer un discurso inteligible. Sus personajes son individuos torturados que anhelan escapar del miedo, de la frustración, de la violencia que les impone la sociedad. Lo ha modelado en obras inquietantes como Hunger, Shame y 12 Years a Slave, películas con las que salgo abrumado y pensando en que el mundo es un lugar pésimo con gente muy siniestra. A esos tres magníficos largometrajes de su corta filmografía se le suma un cuarto que se ha estrenado recientemente con el título de Widows.
Esta última película del señor McQueen es una cinta de robos que ha sido adaptada de la miniserie británica del mismo título de 1983 y firmada con un guion de Gillian Flynn. Está rodada con cierto estilismo y una elegancia en su puesta en escena que es tan correcta como funcional. A través de un montaje paralelo, emplea los subterfugios usuales del thriller de atracos y del drama político más trivial. Funcionan algunos de los personajes (unos más que otros) y la acción colocada en las secuencias de robo. El problema que encuentro, no obstante, es que la narrativa de las viudas que roban por el simple placer de independizarse del orden patriarcal pierde sustancia en el camino. Presencio de inmediato su maniobra de inclusión y de feminismo trillado que se inclina por esa corrección política ejercida por la policía de la censura de Hollywood. Se apresura montando un escenario criminal salpicado de corrupción política del librito en el que anticipo cualquier vericueto de una trama que, por momentos, parece de coral con el amplio repertorio de personajes. Los giros no conjeturan para mi nada sorpresivo. Tengo que recurrir a mi frágil imaginación para ver los desenlaces de algunas subtramas.
El argumento trascurre en la ciudad Chicago e involucra a cuatro mujeres que enviudan al enterarse de que sus maridos, unos maleantes profesionales, han muerto calcinados luego de un atraco fallido. Son mujeres que, aparentemente, siempre han vivido dependiendo de ellos. Una de ellas es Verónica Rawlings (Viola Davis), mujer afroamericana atormentada por la muerte de su esposo, Harry Rawlings (Liam Neeson), que ha heredado la deuda de dos millones de dólares que su marido le debe a un político muy corrupto llamado Jamal Manning (Bryan Tyree Henry). Para saldar la deuda, Verónica elabora un plan con la intención de robarle cinco millones a otro político igual de corrupto que Jamal, un tal Jack Mulligan (Colin Firth). Para ejecutar la operación, recluta a otras viudas de los miembros del equipo de su esposo, Linda Perelli (Michelle Rodríguez) y Alice Gunner (Elizabeth Debicki), porque, al igual que ella, también forman parte de la movida y temen por sus vidas. Al parecer, estas mujeres en su apretada agenda ni tienen la más mínima intención de mudarse a otra ciudad o conseguir un trabajo decente (sospecho que eso es inaguantable para ellas).
La mayoría de los personajes que presenta McQueen carecen de profundidad y son utilizados de exposición para motorizar la trama; sin embargo, destaco tres que, en efecto, son más interesantes que el resto. El primero es Jatemme Manning, interpretado por un estupendo Daniel Kaluuya, el matón a sangre fría que sirve de mano derecha de su hermano Jamal. Me cautiva su presencia amenazante, las cosas que dice antes de cargarse a alguien y su personalidad tan volátil que apunta, posiblemente, a un pasado jodido lleno de lesiones psicológicas. El segundo es Alice Gunner, personificada por la genial Elizabeth Debicki, la típica rubia tonta, vulnerable, dependiente, que durante la programación del escamoteo aprende a dominar sus miedos internos y a cubrir sus necesidades económicas sin la ayuda de ningún hombre. Es la mujer que se adapta rápido a un entorno que desconoce y que esconde un pasado colmado de traumas y de abusos físicos, cosa que disimula con su hermoso rostro. El último es el personaje de Verónica Rawlings que interpreta Viola Davis. Una mujer que me convence con su figura imponente. Es la líder que se ha endurecido como un peñasco centenario al superponerse a cosas tan terribles como la pérdida del esposo en el que había depositado toda su confianza, del dolor irreparable que supone la muerte de un hijo, de los riesgos que corre al intentar robar el botín valiéndose de la inexperiencia y de la intuición femenina. El resto es innecesario.
Con estas mujeres que cometen fechorías para fortalecerse, McQueen construye una soflama sobre la feminidad en la sociedad contemporánea que se disemina en ejes temáticos como la política de género, la condición socioeconómica de distintas clases sociales y las vicisitudes familiares. La acción de esas protagonistas, representada por el hurto supuestamente sofisticado, es una metáfora que enuncia que la mujer posmoderna puede ejercer una cuota de decisión para emanciparse de la tolerancia que la mantiene encadenada a la infidelidad, las mentiras, el maltrato físico y la dependencia psicológica que, con masoquismo, han aguantado a lo largo de sus vidas conyugales. Son personajes femeninos que al romper esas cadenas se liberan de sus desasosiegos y de sus inseguridades. En el mundo de su película, las mujeres asumen el control de todo y, en consecuencia, el rol de los hombres queda reducido a la irrelevancia más desvergonzada. Y me quedo perplejo al saber que todo es previsible para auxiliar esa lectura. Pero me aterra aún más saber que una película de ratería tan ordinaria obtenga semejante alabanza. Es un film lóbrego, violento, pero también puede ser aburrido. Hay excesos que inevitablemente pasan factura.
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Ficha técnica
Año: 2018
Duración: 2 hr 10 min
País: Reino Unido, Estados Unidos
Director: Steve McQueen
Guion: Gillian Flynn
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Sean Bobbitt
Reparto: Viola Davis, Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki, Colin Farrell, Liam Neeson, Daniel Kaluuya
Calificación: 6/10
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