La exposición de esta película animada de los famosos Legos carece de atracción alguna cuando intenta repetir la fórmula y cae rendida ante el síndrome de las secuelas. La he visto para tratar de pasar un buen rato y divertirme con esos muñecos tan peculiares, pero noto ausente la chispa, el sentido del humor y el efecto de sorpresa que hacía tan entretenida a las dos cintas anteriores. Retiene el estilo visual y una arquitectura de animación muy vistosa que se pone al servicio de una estrategia de mercadotecnia muy evidente, con muchísimas referencias soterradas de franquicias de Warner Bros. y de personajes de la cultura popular. Sin embargo, no hay nada novedoso. La narración es una cosa mareante de la que salen secuencias recicladas que nunca llegan a cohesionar el argumento, los personajes sin encanto (incluso Batman es más despistado) son víctimas de unas acciones mecánicas y la historia por momentos pierde el rumbo con su comentario sobre el significado de crecer, el poder de la imaginación y la hermandad. Se abusa del componente metaficcional para abordar ese tema. Quizá lo más interesante sucede, irónicamente, al final de los créditos. Se trata de una canción original titulada "Super Cool", cuya lírica es tan contagiosa que me emociona hasta olvidar el aburrido resultado.
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Calificación: 5/10
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