Crítica breve de la película Nosotros los animales (2018)

Esta película, que representa el debut de ficción de su director, Jeremiah Zagar, ofrece por momentos un retrato muy sincero de mayoría de edad sobre la psicología interior de un niño que descubre cosas de su entorno como la violencia intrafamiliar, el poder de los vínculos fraternales, la identidad sexual en un estado latente, las dificultades socioeconómicas que fracturan la armonía familiar, el miedo interno que lo hace sentir inseguro y solitario. El estilo visual con el que proyecta esa historia construye secuencias oníricas y muy simbólicas, como la de los recurrentes dibujos animados que el niño realiza en secreto como si fuese una especie de diario al que le confiesa sus inquietudes. Esas secuencias animadas son relevantes porque muestran lo que se manifiesta en la mente del chiquillo cuando está con sus padres y sus hermanos, usualmente encuadrado con planos muy ambiguos y una voz en off robada con gran descaro del lirismo poético del cine de Malick. El pastiche es tan evidente que lo confundo con una parodia. La subjetividad con la que se encuadra el punto de vista del niño me aburre cuando lo veo merodeando el condado con sus hermanos. La nostalgia que supone la fidedigna ambientación del período de los años 90 no evoca en mí ningún tipo de emoción; aunque los personajes, tanto los niños y los padres, están interpretados de forma muy correcta para lo que se describe, en esos rincones donde la pobreza golpea con fuerza y lo único que queda es mantenerse unidos ante la desesperación y el desconcierto. Es una película mediocre que recurre a la manipulación y a la condescendencia más trillada para reiterar con mucho afán un discurso políticamente correcto.

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Calificación: 5/10




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