Ficha técnica
Título original: Zire darakhatan zeyton
Año: 1994
Duración: 1 hr 43 min
País: Irán
Director: Abbas Kiarostami
Guion: Abbas Kiarostami
Música:
Fotografía: Hossein Jafarian, Farhad Saba
Reparto: Hossein Rezai, Tahereh Ladanian, Zariefh Shiva
Calificación: 7/10
Crítica breve de la película
Este film de Kiarostami, que supone la última entrega en la trilogía de Koker ambientada durante los eventos subsecuentes al terremoto en Irán de 1990, me impresiona cuando divide la línea existente entre la realidad y la ficción para narrar una historia de amor y, a la vez, mapear un estudio sobre la condición socioeconómica y las costumbres de las clases rurales más desfavorecidas, la gente afectada por el seísmo que ha sido golpeada como los árboles de olivo que se mantienen firmes ante los vendavales. Su estética florece por esos terrenos cuando, de una forma naturalista y casi cercana al estilo de un falso documental, captura la cotidianidad y las sacrílegas tradiciones de los desamparados que viven en las montañas desde la óptica de un director de cine (el espejo del mismo Kiarostami al viajar a la región para documentar los hechos) interpretado por Mohamad Ali Keshavarz y su equipo de rodaje, quienes intentan filmar escenas de la segunda película de la trilogía con los actores no profesionales, Hossein Rezai y Tahereh Ladanian. Utiliza la flora presente dentro de los marcos del encuadre para simbolizar las inquietudes de los protagonistas (las oliveras representan a los que partieron y también a los que todavía se enfrentan a la miseria), usualmente con los grandes planos generales que encuadran la belleza de las montañas, el plano secuencia que da un sentido de desplazamiento al panorama y el típico sonido diegético fuera de campo cuando los protagonistas entablan los coloquios en las carreteras. También habla de las dificultades impresas en los procesos de filmación, de una cámara omnipresente que parece manipular la realidad para contar las verdades que otros callan. Es una película de metacine muy poética. El plano final es hermoso y algo triste.
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