Crítica breve de la película La extraña pareja (1968)

Disfruto algunos momentos de esta comedia del director Gene Saks cuando veo la fabulosa dupla de Jack Lemmon y Walter Matthau, aunque el recorrido sea algo reiterativo y superficial. La química entre ambos es maravillosa y me río un poco cuando ellos interpretan a dos amigos divorciados que comparten un apartamento en Nueva York para calmar las intenciones de suicidio de uno que no ha podido soportar la separación. Ellos son Felix Ungar y Oscar Madison. Y como el título lo indica, son una pareja muy extraña, sobre todo porque sus personalidades y el estilo de vida que llevan son totalmente contraproducentes. Uno es un hombre neurótico, psicorígido, obsesionado con la limpieza y propenso al lloriqueo que le recuerda que su esposa lo ha tratado como un trapo inservible para echarlo de la casa y separarlo de los hijos. El otro en cambio es un tipo cínico, malhumorado, desordenado, un desastre andante que se encuentra atado a los vicios de las apuestas del póquer, cosa que hace con unos compañeros tan holgazanes como él. Con ellos, Saks crea conflictos cuando la obsesión por la limpieza de Felix choca con la ligereza de Oscar, usualmente los captura con escenas muy largas en los interiores de una casa que, debo reconocer, está muy bien decorada, al igual que los colores del vestuario que comunican estados de ánimo. Los diálogos del guion que firma Neil Simon me provocan risas en las primeras escenas. Pero luego percibo que el ritmo decae y cede el paso a una repetición de circunstancias que, a pesar de contar con una cohesión certera, me aburren y me harto de la desavenencia superflua enquistada en la cotidianidad de los protagonistas.

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Calificación: 6/10




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