Me siento a celebrar Halloween esperando buenos sustos viendo la película giallo 'Cuatro moscas sobre terciopelo gris', dirigida por el director de terror italiano Dario Argento, la cual supone la tercera y última entrega en su trilogía Animales. Puedo decir que tiene minúsculas secuencias que son efectivas por la destreza estética ejecutada por el estilo de Argento, sobre todo al colocar la cámara en lugares recónditos, pero por alguna extraña razón no llego a disfrutar del thriller detectivesco, permanezco impávido ante el misterio del asesino asediador, invadido por una multitud inexplicable de bostezos, casi llegando al letargo, al ser testigo ocular de la historia de músico de rock parecido a Mick Jagger que es acosado y chantajeado por un criminal desconocido por el hecho de asesinar accidentalmente a otro acosador que lo perseguía de manera obsesiva. Como hay pocas pistas sobre el rastro del parricida, el protagonista interpretado pobremente por Michael Brandon, contrata a un detective privado gay para desentrañar el asunto y dar con el paradero del homicida que anda suelto matando a sus colegas. En ese punto observo detenidamente elementos que me resultan más interesantes que la trama del homicidio, como el leitmotiv del sueño de la decapitación que anuncia el declive de una víctima, el plano-contraplano que incrementa la capa de suspense en las escenas nocturnas, barridos incisivos que subrayan la subjetividad de los personajes que se sienten perseguidos, una perturbadora secuencia de asesinato en una escalera, una cuidadosa prueba de optografía forense y un estilizado empleo del color para resaltar estados emocionales. Mi problema, no obstante, es que la trama del asesino en serie y el culpable agobiado recurre a los subterfugios básicos del género y cae en lo previsible, rechazando cualquier posibilidad de sorpresa con sus personajes acartonados. No hay nada impactante en su revelación de horror giallo.
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Calificación: 5/10
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