Crítica breve de la película El peral salvaje (2018)

Sinopsis: Un aspirante a escritor, Sinan Karasu, regresa a su pueblo natal en Turquía, pero se siente abrumado por las deudas y problemas que tiene su padre.

Ficha técnica
Título original: The Wild Pear Tree (Ahlat Agaci) 
Año: 2018
Duración: 3 hr 08 min
País: Turquía
Director: Nuri Bilge Ceylan
Guion: Nuri Bilge Ceylan, Akin Aksu, Ebru Ceylan
Música: 
Fotografía:Gökhan Tiryaki
Reparto:  Dogu Demirkol, Murat Cemcir, Hazar Ergüçlü, Bennu Yildirimlar,
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película


Con un ritmo parsimonioso distribuido durante tres horas, esta película del director turco Nuri Bilge Ceylan me pone a pensar seriamente al exponer un enriquecedor tratado filosófico sobre los dilemas existenciales del hombre posmoderno, representados con la historia de un joven adulto, Sinan Kanasu, que como aspirante a escritor se halla encarcelado en el recinto de las dudas, del pesimismo, de la incertidumbre, de la culpa irremediable que parece robarle su destino en los momentos en que es golpeado por el desempleo producido por los efectos de una fuerte recesión económica colocada fuera de campo, pero que se refleja por la condición socioeconómica de su familia. Caminando sin una dirección aparente por todo el pueblo, por los bosques repletos de perales silvestres y rodeado de una atmósfera grisácea en la que en ocasiones sobrevuelan aves que simbolizan la desgracia, Sinan, interpretado con gran registro dramático por Dogu Demirkol, transita por las calles como un solitario que actúa como observador social de las cosas, dialogando con un rico mosaico de personajes que incluyen al padre adeudado con el que tanto pelea que también es profesor, los políticos con los que intenta conseguir fondos para publicar su libro, los amores perdidos del pasado, los amigos con los que critica la fe religiosa y la moralidad, los escritores con los que sostiene discusiones sobre la literatura, ética y las vicisitudes humanas. Y todo se reduce a la desdicha de un vínculo parental. La puesta en escena dota al encuadre de múltiples significados impresos en la naturaleza, los diálogos tienen vocación por la filosofía, los picados enuncian frustraciones e impulsos suicidas, el plano subjetivo comunica el estado de desrealización de Sinan cuando imagina situaciones reales para imprimirlas en su obra. Aunque le sobra exposición, logra contagiarme con su intimismo, su melancolía y su poesía visual.

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