La directora Claire Denis le confiere a esta película la mirada de un documental cuando retrata, a través de los ojos de una mujer, la descomposición social, política y económica de un país africano francófono (que nunca es nombrado) sumergido en una violenta Guerra Civil que se encuadra fuera de campo, pero que siempre está presente en cada plano por la presencia insistente de los ejércitos de niños soldados, rebeldes locales armados hasta los dientes con ametralladoras y machetes importados de occidente que tienen la necesidad de ser separatistas para mostrar también color ideológico del problema (el "material blanco"), cosa que Denis aborda evitando maniqueísmos para insinuar, con sutiles metáforas, las disputas étnicas, la discriminación racial y la degradación humana de la beligerancia. La actuación de Isabelle Huppert desarrolla con cierto vigor a la terrateniente de una plantación de café que rechaza el exilio para mantener el negocio a flote contratando a los pocos negros del pueblo que han rechazado la vía de las armas. Sin embargo, percibo una falta de textura dramática en los secundarios de Christopher Lambert como el padre, de Nicolas Duvauchelle como el hijo indócil afectado psicológicamente por la tortura y de Isaach de Bankolé como el líder militar herido que anda huyendo. Al principio la historia me parece interesante e incluso llego a fingir en que es muy provocativa, pero reconozco de inmediato que le falta tensión y agudeza a un asunto tan escabroso como el que se plantea, sobre todo cuando veo a la mujer de Huppert sentada en un autobús usando su memoria fotográfica para recordar los hechos con un prolongado racconto que, en lugar de amplificar, simplifica innecesariamente valiéndose de la elipsis, restándole importancia al material social de las verdaderas víctimas: la gente oprimida por los regímenes colonialistas.
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Calificación: 6/10
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