Crítica breve de la película Al ritmo del corazón (Yuli) (2018)

Esta película de Bollaín, basada en la vida del famoso bailarín cubano Carlos Acosta, por momentos me resulta interesante describiendo la trayectoria del protagonista de manera invertida, pero luego me harto de la insistencia que solo busca la promoción y la autoindulgencia. Aunque las intenciones se entienden con las bonitas coreografías de danza, le falta un poco de brío al asunto. El argumento comienza narrando la travesía de Acosta desde que era un niño con una habilidad prodigiosa para el baile, hasta convertirse en el primer bailarín negro en interpretar algunos de los papeles más famosos del ballet, en compañías prestigiosas como la Royal Ballet de Londres o la Houston Ballet. El montaje distribuye las escenas entre el pasado y el presente, yuxtaponiendo las vicisitudes que frenaban su trayecto artístico, como la dura infancia, la precaria situación socioeconómica de su familia, las fuertes discusiones con el padre que lo sacrifica todo por él, la madurez en la que goza de un prestigio que despertaría la envidia de cualquier bailarín en condiciones de pobreza. Las actuaciones son aceptables. Varios actores interpretan a Acosta desde la puericia hasta la juventud, pero se destaca el Carlos Acosta adulto (interpretándose a sí mismo). Bollaín recurre al plano general, mayormente, para magnificar la belleza que supone el ballet y el arte como fuente vital de la expresión del artista, encuadrando las coreografías de Acosta bajo una iluminación elegante y una música clásica que adorna fuertemente el escenario. Utiliza la danza como subterfugio narrativo con el fin de describir lo que piensa el bailarín sobre su pasado. Se acerca casi al documental cuando abraza también los encantos de Cuba, filmando la ciudad y la arquitectura valiosa que se encuentra por sus calles. Es una película irregular que me ha dejado en un estado de completa indiferencia.

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Calificación: 6/10



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