Dark Figure of Crime, el thriller policíaco del director surcoreano Kim Tae-Gyun basado en hechos reales, tiene una premisa interesante retratando la confrontación psicológica entre un detective y un psicópata que confiesa múltiples asesinatos, como si se tratara de un chiste sobre la impunidad. El protagonista se llama Kim y es un oficial de narcóticos que, investigando un caso sacándole información a un informante de nombre Kang, es interrumpido por una la división de homicidios que arresta a Kang por matar a su novia. Unos meses más tarde, Kang contacta a Kim desde la prisión y afirma que ha asesinado a otras seis personas. Sabiendo que lo que dice Kang puede ser verdad, aun con la falta de pruebas, Kim se propone investigar el caso hasta las últimas consecuencias. La narrativa tiene poco golpes de efectos, valiéndose mayormente de los diálogos y de minúsculas escenas retrospectivas que reconstruyen los homicidios con el fin de introducirme la duda, cosa que logra en unos momentos muy breves que luego ceden el paso a la escasez de vigor en una trama previsible, en la que anticipo fácilmente los movimientos del detective viudo que al final sale triunfante ante el sistema judicial, sin un rasguño, con el traje muy limpio y sin derramar ni una sola gota de sudor. Los personajes se trazan sin mucha fuerza, a pesar de que tienen problemas intrínsecos notables, como el trauma por la esposa fallecida de Kim y el pasado del imperturbable e hiperviolento Kang. Las actuaciones de Kim Yoon-seok y Ju Ji-Hoon son aceptables en sus respectivos papeles, aunque lentamente, como decía, se quedan sin brío. Pocas escenas me resultan intrigantes o perturbadoras, exceptuando el giro del tercer acto. Me importa muy poco su tratado sobre la obsesión y la ética del deber. Es una película detectivesca que olvido con facilidad.
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Calificación: 6/10
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