Finalmente he podido ver 'La guerra de las corrientes', la película histórica y biográfica del director Alfonso Gomez-Rejon ('Yo, él y Raquel') que retrata la guerra de las corrientes entre los pioneros de la electricidad, Thomas Edison y George Westinghouse, en el tiempo en que entablan una cruenta contienda de ideas para determinar el sistema eléctrico que sea más viable para el mundo moderno. Cuenta con una estilística dirección de arte, preciosos decorados y un diseño de vestuario que recrea el período con cierta meticulosidad. Se ambienta a finales del siglo XIX, cuando Edison presenta su bombilla eléctrica y opta por mantener la utilización de la corriente continua (CC) para reemplazar la luz de gas natural, aunque el alcance tiene limitaciones y es muy costoso. George Westinghouse, un reputado inventor y hombres de negocio, se convierte en su rival al proponer un sistema de corriente alterna (CA) a un costo relativamente menor y a una distancia mayor. Ambos son polos opuestos con el mismo grado de genialidad. Son protagonistas que poseen cierto carisma y están estupendamente interpretados por Benedict Cumberbatch, Michael Shannon y hasta Nicholas Hoult como el ingenioso Nikola Tesla. Con la rivalidad de ellos, Gomez-Rejon compone un discurso sobre las obsesiones personales de los genios y los claroscuros de la competitividad. El problema fundamental, sin embargo, es que la narrativa suministra una abundancia de información que, en ocasiones, se hace innecesaria por la aparente falta de cohesión, en unas escenas inconexas y trepidantes que eclipsan la raíz de las motivaciones de los personajes, dejando la batalla eléctrica como el principal hilo conductor de la narración. Poco importa que tenga algunos diálogos irónicos y momentos destacables con el duelo actoral, es evidente que pierde energía en la segunda mitad. Por lo menos es interesante el panorama histórico que ofrece.
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Calificación: 6/10
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