Recientemente vi 'Rocketman', el biopic musical basado en la vida del cantante, compositor y pianista británico, Elton John. O sea, uno de los grandes artistas de la historia. Lo dirige Dexter Fletcher y trata la historia de Elton John, quien relata su biografía a los colegas en el internado de rehabilitación, a través de escenas retrospectivas que describen sus inicios como un niño prodigio llamado Reginald Dwight que tiene una habilidad inigualable para tocar el piano y que termina en la Royal Academy of Music y luego cantando rock en los pubs locales, así como su amistad con el letrista Bernie Taupin, la revelación de su homosexualidad, los vínculos tóxicos y las consecuencias de estar en la cima del estrellato que lo colocan en una espiral de drogas, sexo y alcohol, ya saben, la típica vida de un famoso promedio en los años 70 y en los 80. El hilo conductor que lleva al personaje a cubrir sus inseguridades, la soledad y sus miedos internos con esas sustancias incontroladas aparentemente es la falta de afecto que atestigua con sus familiares y amigos, que termina colocándolo en primera fila en el concierto de la autodestrucción. Los actos musicales, sustentados por el uso meticuloso de la elipsis, describen los estados emocionales de Elton y las situaciones en las que se involucran. La actuación de Taron Egerton es aceptable y algo histriónica cuando se mete en la piel de Elton copiando su forma de hablar, sus gestos y sus movimientos. Contando todo eso, no me cabe la menor duda de que la película es un producto publicitario sin muchas luces. Es un biopic puramente convencional, previsible y frívolo que apenas roza la superficie del protagonista, con unos personajes secundarios acartonados que solo impulsan conflictos baladíes sobre la autoaceptación, la redención y los vicios de la fama. No me emociona para nada durante dos horas que se me hacen eternas.
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Calificación: 6/10
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