Sinopsis: Una mano cortada se escapa de un laboratorio con un objetivo crucial: volver a encontrar su cuerpo. A medida que avanza por los escollos de París, recuerda su vida con el joven al que una vez estuvo apegado... hasta que conocieron a Gabrielle.
Ficha técnica
Título original: I Lost My Body (J'ai perdu mon corps)
Año: 2019
Duración: 1 hr 21 min
País: Francia
Director: Jérémy Clapin
Guion: Jérémy Clapin, Guillaume Laurant
Música: Dan Levy
Fotografía: Yves Bélanger
Reparto (voces): Hakim Faris, Victoire Du Bois, Patrick d'Assumçao
Calificación: 7/10
Crítica breve de la película
Me llevo una agradable sorpresa viendo a 'Perdí mi cuerpo', la película de animación francesa estrenada en la plataforma de Netflix. Es impredecible, simple y muy poética. Cuenta la insólita fábula de una mano amputada que, aparentemente, cobra vida en los interiores de un laboratorio porque anhela arrastrarse hasta volver a encontrarse con el cuerpo al que pertenece. La travesía de la mano es muy conmovedora cuando me pasea por las calles de París, presentando golpes de efecto minúsculos que la colocan frente a una paloma entrometida, los oscuros interiores de un zafacón, el hostil mundo de las ratas que habitan en las alcantarillas del metro, la orilla del río de la soledad, la casa de un hombre y su perro. Una acción paralela a la de la mano también describe la existencia vacía de Naoufel, un joven repartidor de pizza con un pasado trágico que se enamora de una muchacha llamada Gabrielle. El meticuloso montaje paralelo disecciona la simbiosis evidente que hay entre la mano y Naoufel, partiendo de la elipsis, de sutiles raccords, de escenas retrospectivas que construyen el rompecabezas y de una multitud de planos cargados de significados simbólicos (las moscas, el mapamundi, la lata, el ave muerta, el libro feminista, el iglú, la grúa, etc) para comunicar metáforas sobre el destino, la exclusión social, la falta de afecto, la culpa interminable y el sacrificio que es necesario para superar las heridas del pasado que obstaculizan cualquier intento de ajustarse a la cotidianidad y a las contrariedades de la adultez, esa necesidad de hallar las partes ausentes de la identidad. El estilo visual proyecta una animación preciosa que se presta a los detalles. También se destaca la música empática de Dan Levy y el inteligible uso del color. Puede que el relato de amor sea un poco trivial, pero no deja de ser profunda, triste y desgarradora con los personajes que presenta. Es una emotiva película del director debutante Jérémy Clapin.
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