Me pongo a ver 'X-Men: Fénix Oscura', la última película de la franquicia de los mutantes y me invade una fatiga inmediata, cuyos efectos comienzan a manifestarse a los pocos minutos de comenzar la trama. Todo lo que veo me resulta previsible, dolorosamente plano. Su historia no consigue emocionarme contando la travesía de Jean Grey cuando es poseída por una radiación que la lleva al lado oscuro de la fuerza con el fin de poner en peligro a la raza humana y a los hombres X de Charles Xavier. Me importa un carajo que sea una adaptación de la Saga de Fénix Oscura de Chris Claremont, o que tenga una lectura extremadamente feminista que se subraya para contentar a los guardianes de la corrección política, o que Jean luche con la entidad cósmica que habita en su interior para corroborarlo. Los personajes que presenta, encabezados por el profesor X, Cíclope, Tormenta, Raven, Bestia, Magneto y otros que buscan rellenar, parecen figuras de plástico desechable repletas de estiércol en su interior, baladíes, sin ningún tipo de desarrollo, con la única intención de servir como marionetas para resolver el conflicto y que Jean pueda recuperar sus poderes, cosa que observo también con los débiles golpes de efecto propiciados por la villana que interpreta Jessica Chastain. Se nota claramente que los actores no están en lo suyo. No hay textura psicológica para los temas oscuros que aborda. Los efectos visuales son tan pobres que luce como si estuvieran hechos con tecnología de hace más de dos décadas. Me doy cuenta de que tiene una banda sonora cuando felizmente recibo el inicio de los créditos, aunque rápidamente dejo de escucharla cuando tomo el control remoto del reproductor y presiono el botón 'off' para ir al baño a complacer las necesidades de mi aparato urinario. Es una película de superhéroes del montón, aburrida, un producto apresurado que jamás se escapa de lo insulso.
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Calificación: 2/10
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