Crítica breve de la película Heridas (2019)

Me temo que no hay nada arriesgado en 'Heridas', la segunda película del director británico-iraní Babak Anvari que supone su debut anglosajón. La vi pensando en que me sentiría tan agobiado como me pasó con su ópera prima, 'Bajo la sombra'. Pero no pasa ni media hora para darme cuenta de que metí la pata. Es una cinta de terror psicológico que me aburre hasta el punto de hacerme pensar en arrojar mi celular a la televisión. El protagonista es Will, un bartender que labora en un bar infestado de cucarachas en la localidad de Nueva Orleans, sirviéndole tragos a su amiga Alicia que anda con un tal Jeffrey, su amigo ebrio Eric, unos jóvenes universitarios y a unos borrachos de la ultraderecha. Se arma un pleito bien gordo y Will, luego de mantener el orden, encuentra un móvil perdido. A partir de ese episodio se detona una serie de eventos que pone a Will en un estado perpetuo de paranoia cuando inspecciona los mensajes del teléfono y recibe los textos de gente muy siniestra. Lo sigo para ver en qué termina el asunto y pronto me harto de verlo imaginando cucarachas por las calles, atrapado por los delirios de persecución, poniendo en peligro la vida de su novia Carrie, visualizando portales sobrenaturales incrustados en la pantalla de la MacBook, en unas acciones redundantes que ponen su existencia cuesta abajo. Resalto el uso adecuado del plano de inserto para señalar la desrealización del personaje. Armie Hammer interpreta a Will con cierta solidez, aunque los secundarios que lo acompañan lucen algo superficiales. El barullo del túnel oscuro le sirve a Anvari para componer un comentario de las consecuencias políticas de la alt right en la sociedad norteamericana. Ese es el horror que simboliza con "la herida abierta", aunque el resultado, presumo, se desangra hasta quedar sin sustancia.

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Calificación: 5/10


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