Sin piedad es, a mi parecer, un western correctamente filmado, pero su narrativa carece de la fuerza de un revólver cuando transita por los terrenos revisionistas de la historia de Billy the Kid y Pat Garrett, algo que me han contado en muchas otras ocasiones con mejores resultados. La crónica se cuenta sola. Hay un bueno, un malo y un feo. También pueblos en medio del desierto, forajidos que montan a caballo por las planicies, tiroteos violentos que no me impactan y unas acciones previsibles de los vaqueros que veo en pantalla. Se ambienta en Nuevo México en el año 1880 y describe la existencia de un chico llamado Río Cutler, el cual se ve obligado a abandonar su casita junto con su hermana Sara por haber matado a su padre, quien abusaba de ellos constantemente. Son buscados por su tío, Grant Cutler, que anhela venganza con el veredicto de la escopeta. Se van al pueblo de Santa Fe, donde coincidencialmente se cruzan con el infame Billy the Kid y su pandilla en el momento en que son perseguidos por una patrulla dirigida por el sheriff Pat Garrett. Todo lo que sigue se vuelve redundante. Intenta abarcar demasiado territorio con las subtramas y el amplio collage de personajes huecos, restándole sustancia al protagonista hasta convertirlo en un cliché andante. Funciona como víctima colocado en el centro del conflicto para darle motivos claros a las figuras de Billy the Kid y Pat Garrett para que lo ayuden, quienes funcionan casi como mentores del muchacho desde su respectiva posición de la ley. Hay algunos diálogos interesantes y un estilismo visual que me enamora cuando observo esos rincones del viejo oeste, así como una actuación fenomenal de Ethan Hawke como el legendario Pat Garrett. Pero no tengo que extenderme para decir que todo lo demás deja de importarme pasada la media hora.
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Calificación: 5/10
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