No logro conectar con 'El fantasma de la ópera', la clásica película muda de terror de la Universal dirigida por Rupert Julian. La veo y me aburro momentáneamente, presiento que carece de expresividad dramática, aunque reconozco que tiene virtudes estéticas que son innegables al retratar el horror gótico a través de atmósferas y una dirección de arte que reconstruye los interiores del Palacio Garnier con gran atención a los detalles y al decorado. Es la segunda adaptación al cine de la novela de Gastón Leroux (la primera es la versión alemana de 1916 que se halla perdida). Se ambienta mayormente en la Ópera de París y narra la historia de Eric, un compositor misterioso que vive en las catacumbas del teatro y se obsesiona de una hermosa soprano llamada Christine, deseando entregarlo todo para que ella sea exitosa, pero la termina secuestrando una vez que se entera de que ella ya está comprometida con un vizconde. La motivación de Eric, a mi parecer, es un poco ridícula cuando se vuelve loco por los celos e intenta asesinar a todo el que se interponga en su camino de poseer a la cantante. A pesar de todo, se edifica con una sólida actuación de Lon Chaney, quien se vale casi siempre del lenguaje corporal, el maquillaje sobre su rostro y la iluminación para que los delirios del monstruo se vean creíbles. Los secundarios como Raoul y Christine, por el contrario, se vuelven innecesarios cuando recurren a los excesos del melodrama y se convierten en figuras huecas con el desarrollo de sus personajes. Hay algunas secuencias tensas, como en la que Eric se quita la máscara para revelar la cara deformada, y también la persecución donde una multitud desea linchar al fantasma enmascarado por sus crímenes. El sentido de misterio se pierde cuando el fantasma revela su identidad. Lo otro lo olvido rápido. Me harto de ver tanta teatralidad con el cuento de obsesión y amor imposible.
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Calificación: 6/10
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