Justo ahora terminé de ver 'Jo Pil-ho: el despertar de la rabia', la nueva película del director surcoreano Lee Jeong-beom que se encuentra en Netflix. Es una cinta policial que tiene buenas intenciones con la trama del policía que intenta desmantelar una barahúnda corporativa, pero que de algún modo carece de la suficiente pujanza para sorprenderme. El protagonista de la historia es Jo Pil-ho, un detective de la policía que a veces camina sobre el fango para resolver los crímenes, recurriendo a métodos sucios para lograr sus objetivos. Es un oficial corrupto involucrado en un negocio inmobiliario. En medio de un robo a un depósito policial junto a un subalterno tonto, se da cuenta del siniestro plan de una corporación para cubrir un escándalo multimillonario de unos empresarios corrompidos. Lo que pasa lo he visto muchas veces con mejores resultados. Hay suspenso, violencia y secuencias de acción, pero se ejecutan de forma convencional. El montaje ensambla todo de manera precipitada. El manejo de la elipsis es un poco abrupto, al igual que la analepsis del protagonista para descifrar el pasado. Abundan los insertos. El rompecabezas carece de cohesión. Algunas escenas parecen repetirse cuando Jo avanza en el caso dando vueltas por los mismos lugares. Casi no me da tiempo a dilucidar lo que pasa en un plano. La trama del policía sumergido en la conspiración sirve para construir un texto sobre la corrupción y los límites del poder empresarial. Aunque la actuación de Lee Seon-gyun es sólida como el policía corrupto con una moral ambigua, los secundarios son algo blandos a la hora de elaborar los diálogos y el registro expresivo de sus personajes. Al rato me olvido de Park Hae-joon como el villano prepotente, o de Jeon So-nee como la adolescente problemática. Presiento que solo se repone en el clímax, cuando se emplea la brutalidad para solucionar el problema.
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Calificación: 6/10
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