Crítica breve de la película Terminator: Destino oculto (2019)

Un extraño sueño sobre Terminator me ha obligado a ver en el día de hoy a 'Terminator: destino oculto', la última película en la popular franquicia de máquinas exterminadoras. Es la segunda película de Tim Miller como director. Tengo entendido que es una especie de secuela de 'Terminator 2: el juicio final' que intenta borrar del mapa la continuidad cronológica que comenzó desde la tercera entrega en lo adelante. En un principio me intereso por las secuencias de acción que presenta y hasta por algunas de las sorpresas diminutas que buscan extender los golpes de efecto de la trama. Pero en el trayecto me quedo indiferente con la aventura de ciencia-ficción de los personajes, y percibo la predictibilidad en cada una de las escenas que intentan evocar las paradojas de las primeras películas de la saga. En la trama, un Terminator de última gama, Rev-9, viaja en el tiempo hasta el presente en 2020 para asesinar a Dani Ramos, una muchacha que aparentemente juega un rol significativo en la resistencia del futuro que lucha contra el imperio de robots. Paralelamente, Grace, una cyborg, es enviada por la resistencia del futuro para defender a Dani de la máquina depredadora. De paso también al grupo también se unen Sarah Connor y el Terminator T-800 de Skynet, cuyos destinos parecen estar relacionados con la mexicana elegida. Con todas esas piezas juntas, me convierto en testigo de las persecuciones, los tiroteos y la pirotecnia aparatosa, en unas secuencias rutinarias en las que el desarrollo de los personajes queda en segundo plano con los pretextos innecesarios que rellenan los huecos paradójicos de la fórmula de los viajes temporales. En cada escena huele a metal oxidado y a corrección política, a pesar de la sólida química del reparto encabezado por Linda Hamilton, Mackenzie Davis y Arnold Schwarzenegger. Creo que es hora de terminar con esta franquicia.

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Calificación: 5/10


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