La película más reciente en el catálogo de Netflix, 'La vieja guardia', mezcla trivialmente la acción más convencional con la fantasía de superhéroes.
La sequía de películas contemporáneas me obliga a escudriñar los catálogos de las plataformas de streaming para poder reseñar algo que sea lo más actual posible. Cada día se hace más difícil. Cuando escasea el contenido acudo como un corsario a los rincones oscuros de la Internet para ver lo que consigo. Pero consumo tan rápido las listas de películas de la actualidad que ya puedo percibir el final. Las grandes cadenas de cine siguen cerradas y la industria paralizada se mantiene al margen de la situación, esperando a que ocurra algún milagro que extermine la pandemia y permita abrir las salas de cine para que el público asista en masa para consumir los usuales blockbusters que ponen en oferta. Pero hasta ahora todo parece una quimera. Solo me queda explorar los servicios de streaming. Aunque abundan las opciones, el proveedor más cercano por estos lados sin duda sigue siendo Netflix, donde cada semana hay estrenos que me permiten escoger los productos como si estuviera en un supermercado. Muchas veces encuentro películas muy entretenidas y hasta excelentes, pero tristemente en la mayoría de las ocasiones me topo con unos bodrios que me obligan a cuestionar el supuesto contenido de calidad que ofrece la plataforma.
La algarabía que se ha desatado por la entrada más reciente en el catálogo original de Netflix, me ha llevado a ver 'La vieja guardia', una película de acción y de aventura que dirige la directora Gina Prince-Bythewood. Está basada en la novela gráfica de Greg Rucka. Por los comentarios y el entusiasmo con el que ha sido recibida, la veo pensando que se trata de algo renovador cuando aborda premisas filosóficas tan desgastadas como la inmortalidad y el destino que, admito, despierta mi interés, a pesar de la aparente falta de profundidad. Desconozco si eso cuenta como originalidad. Pero todo lo que observo me decepciona cuando mezcla trivialmente la acción más convencional con la fantasía de superhéroes, con unos personajes de plástico tan vacíos como figuras de acción de juguete y una narrativa tan aburrida que ofende mi ingenuidad. Casi no me sorprendo mirando la odisea de esos inmortales que luchan contra el líder megalómano de una corporación farmacéutica. Ni siquiera la presencia de un reparto encabezado por Charlize Theron puede rescatar la hecatombe del argumento.
Charlize Theron como Andy. Imagen de Netflix. |
La historia comienza luego de una breve escena donde los protagonistas se muestran moribundos con múltiples heridas de bala sobre sus rostros. Un tiempo antes, se presenta la protagonista, Andrómaca de Escitia (Charlize Theron), también conocida como Andy, una mujer enigmática y fría que se reúne con Booker (Matthias Schoenaerts), Joe (Marwan Kenzari) y Nicky (Luca Marinelli) para discutir los asuntos relacionados a una misión ultra secreta encomendada por el ex agente de la CIA, Copley (Chiwetel Ejiofor). Todos son soldados de élite que aparentemente pueden completar las tareas más peligrosas. Andy los convence para que acepten la propuesta de Copley: un encargo que consiste en liberar a un grupo de niños que han sido secuestrados en Sudán del Sur por unos paramilitares armados hasta los dientes. Un helicóptero los transporta al lugar de la operación. Se infiltran con sus tácticas y de paso matan a unos cuantos soldados. Además de las ametralladoras, portan armas como espadas y hachas antiguas.
Sin embargo, el escuadrón es emboscado y todos mueren acribillados por unos soldados. En esa escena, insólitamente logran revertir el deceso, curan sus lesiones y matan a sus agresores, revelando que sus habilidades curativas y regenerativas se debe en parte a que son inmortales. Al darse cuenta de que la trampa fue programada por Copley para evidenciar frente a la cámara su inmortalidad, Andy y los guerreros centenarios deciden ocultar sus rastros para seguir viviendo en el anonimato y que nadie descubra sus destrezas sobrehumanas.
Charlize Theron y KiKi Layne. Fotograma de Netflix. |
Mi problema con esos personajes es que detecto un desarrollo que añade motivaciones superficiales a los conflictos internos para que la trama no pierda la coherencia, pasándose la mayor parte del metraje lamentándose del pasado a través de una analepsis que hace que recuerden los períodos ancestrales que marcaron sus tragedias personales.
Algunos como Joe y Nicky se regocijan por ser de los pocos que gozan de la vida eterna para amarse por siempre y combatir juntos. Book no supera la desgracia de haber sido testigo de la muerte de su familia a medida que ellos envejecían y él no, viendo el don de la inmortalidad como una maldición. Y la misteriosa Andrómaca, quien posiblemente tiene miles de años y proviene de la antigua Grecia, no revela los episodios trágicos que la desilusionaron, pero al tratar a Nile Freeman (Kiki Layne), la nueva integrante inmortal proveniente del ejército norteamericano, reconoce que se vio frustrada al no lograr salvar en la antigüedad a su compañera Quynh (Van Veronica Ngo), una inmortal que fue capturada por sacerdotes y fue sepultada en un sarcófago de hierro debajo del mar para ahogarse indefinidamente. Como son inmortales que llevan años transitando por la historia de la humanidad están cansados de intervenir.
Charlize Theron como Andrómaca. Foto de Netflix. |
Todas las escenas me resultan trilladas y terriblemente previsibles. Y pronto me invaden los bostezos cuando miro unas secuencias de acción sin ningún tipo de sorpresa, como el entrenamiento de la novata Nile Freeman al conocer el resto del equipo, la aparatosa captura de los protagonistas por las fuerzas del antagonista, el insistente y simulado romance gay de Joe y Nicky en medio de militares homofóbicos, la inseguridad de Nile al negarse a unirse a los inmortales para no abandonar a su familia, la tonta traición del herido Booker hacia Andy al enfrentar a Copley, la labor de rescate en el edificio corporativo que termina en un tiroteo ligero en el que los malos son exterminados por los buenos con los facilismos más habituales. Me sorprende que cambien de opinión apresuradamente al descubrir los planes malévolos de Steven Merrick (Harry Melling), el villano artificial que como ejecutivo farmacéutico desea dominar al mundo utilizando el material genético de los inmortales para contrarrestar los efectos del envejecimiento celular en la gente. La climática confrontación contra los agentes de seguridad es tan anodina que casi no le pongo atención cuando los héroes pelean para salvar a los suyos y la policía ni siquiera llega a tiempo a la escena del crimen.
Quizá lo único interesante que descubro en el film son los temas sobre el sufrimiento ancestral, las trampas de la memoria, las causalidades del destino y las consecuencias de la inmortalidad, representado por la existencia de unos individuos adoloridos por los corolarios psicológicos de la decepción, los engaños y los horrores históricos, sometidos a ver el fallecimiento de sus seres queridos en primera fila a lo largo de los años. Aunque los protagonistas desconocen los orígenes de la inmortalidad y el hecho de que sus acciones han alterado el curso de los acontecimientos más importantes de la historia, anhelan recuperar la mortalidad para liberarse del desasosiego que los atormenta desde hace siglos. Para ellos la mortandad es la última de las redenciones. El comentario, además, implanta una lectura un poco desencajada del vínculo de los estereotipos de la sociedad que son ignorados por su raza, su preferencia sexual y su condición física.
Marwan Kenzari, Matthias Schoenaerts, Charlize Theron, Luca Marinelli y KiKi Layne. Imagen de Netflix |
No sé si me pierdo de algo porque nunca he leído el cómic. Tampoco creo que lo haga. Pero no me cabe la menor duda de que la cinta de Prince-Bythewood es un disparate que no aporta nada que sea novedoso al género de superhéroes. La fábula de los héroes anónimos es tan reiterativa como la rueda de la fortuna. No les otorga nada de brío a los actores que pone en pantalla y sufre el impacto prolongado de una narración baladí al servicio de la corrección política y de unas coreografías de acción excesivamente flojas. Los cambios de tono le pasan factura, al igual que la ausencia de algún golpe de efecto que sea sorpresivo. Es otra de esas películas de acción vacías que abundan en la estantería de Netflix. Creo que de entretenida no tiene absolutamente nada.
Título original: The Old Guard
Año: 2020
Duración: 2 hr 05 min
País: Estados Unidos
Director: Gina Prince-Bythewood
Guion: Greg Rucka
Música: Volker Bertelmann, Dustin O'Halloran
Fotografía: Barry Ackroyd
Montaje: Terilyn A. Shropshire
Reparto: Charlize Theron, Chiwetel Ejiofor, KiKi Layne, Chico Kenzari, Matthias Schoenaerts
Calificación: 4/10
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