Crítica breve de la película Amantes (2008)

Póster de 'Amantes'

No sé si me conmueve lo que veo en Amantes, el drama romántico de James Gray que cuenta con una sólida actuación de Joaquin Phoenix, pero lo cierto es que me resulta previsible y algo convencional su relato sobre las etapas del desamor y las relaciones tóxicas. Me invade la sensación de que ya me lo han contado cientos de veces, con la única diferencia de que ahora el protagonista es un derrotista con tendencias suicidas. Ese perdedor se llama Leonard, un hombre solitario, depresivo y agobiado psicológicamente que vive en casa de sus padres intentando por todos los medios sanar las heridas de un pasado que le hace pensar en su relación sentimental fracasada. Justo cuando piensa que todo está perdido en su vida amorosa, conoce a Sandra, la hija del socio de su padre, una chica sencilla de origen judío que verdaderamente lo quiere. Mantienen un noviazgo. Pero el problema surge cuando él se obsesiona con Michelle, la rubia misteriosa que desempeña el papel de la vecina de al lado, comenzado así un triángulo amoroso que le sirve de remedio para no decepcionarse más. A partir de ese episodio, la trama se vuelve redundante retratando los conflictos emocionales de ese sujeto confundido y adolorido que solo desea un poco de afecto para superar la frustración, pero no me cabe la menor duda de que la actuación de Phoenix le imprime una autenticidad fascinante con su meticulosa expresividad. Su sufrimiento me parece creíble. Logra una buena química en las escenas que comparte con Gwyneth Paltrow y Vinessa Shaw. Aunque pocas veces cae en el sentimentalismo barato, creo que la mayor falencia de la película radica en la falta de pujanza dramática y de espesor psicológico del romance neoyorquino, dejando que la blandura narrativa borre cualquier rastro de sorpresa hasta el final feliz indulgente que aparenta ser amargo. Al menos se deja ver.


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Calificación: 6/10

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