Crítica de 'Shirley': delirios de una escritora ciclotímica

La última película de Josephine Decker es un drama biográfico y psicológico que aborda la figura de la escritora Shirley Jackson. En mi análisis doy una explicación breve sobre su personalidad.


Shirley



Desconozco mi primer contacto con la biografía y la trayectoria literaria de Shirley Jackson, pero me asombro al saber que no se menciona tanto como debería, aunque en los últimos años su obra ha cobrado un impacto significativo en la cultura contemporánea. Fue una escritora estadounidense de novelas y cuentos cortos, conocida primordialmente por especializarse en los géneros del terror y misterio. A lo largo de los años, repudiaba hablar sobre sí misma y su trabajo, rechazando siempre la posibilidad de ser entrevistada. Era una persona solitaria, sensible, que se refugiaba en las letras para imprimir sus sensibilidades más íntimas, a pesar de que fue muy popular durante su vida. Entre sus obras más notables se encuentran La maldición de Hill House, considerada una de las mejores novelas de fantasmas publicadas en el siglo XX, y La lotería, un relato corto muy escalofriante publicado originalmente en el diario The New Yorker en 1948, el cual impactó negativamente a los lectores hasta el punto de que protestaron en masas. Murió en 1965 de un ataque al corazón, víctima del sobrepeso y el excesivo consumo de cigarrillos, dejando detrás todo un legado literario. Tenía 48 años.

La existencia de Shirley Jackson es el génesis primario de Shirley, un drama biográfico dirigido por la directora Josephine Decker que captura un fragmento ficticio de la cotidianidad de la escritora. Tuvo su estreno en el pasado Festival de Cine de Sundance, y por lo que veo fue bien recibida por la crítica y el público. No sé si vi otra película, pero no me parece que sea tan grandiosa. Digamos que tiene un arranque prometedor retratando la biografía de la famosa escritora, así como una sólida actuación central de Elisabeth Moss, pero desafortunadamente la narrativa se torna tan vacía como las hojas en blanco de un manuscrito inédito. Aparte de la oscura y mordaz protagonista de Moss, no consigo empatizar con ninguno de los secundarios, carecen de textura dramática, de esa cosa tan necesaria llamada pujanza, aunque es muy acertada la manera en que los usa para señalar, a modo de metanarración, un comentario sobre la enajenación, los dilemas matrimoniales, la emancipación de la mujer de los dominios heteropatriarcales y la feminidad como fuente de inspiración.


Shirley
Michael Stuhlbarg y Elisabeth Moss. Foto cortesía de Neon.


La película narra la historia de Fred (Logan Lerman) y Rose Nemser (Odessa Young), una pareja joven y muy optimista que se mudan temporalmente a la casa de otra pareja mientras Fred comienza su preparación para ser profesor en la universidad de Bennington. En medio de una celebración, son recibidos por Stanley Hyman (Michael Stuhlbarg), un educador y crítico literario, y Shirley Jackson (Elisabeth Moss), una reputada escritora de terror. Tanto Fred como Rose se sienten encantados por la frívola acogida de los huéspedes, adaptándose lentamente a su modo de vida para conocer sus personalidades. Stanley es un hombre carismático, rodeado de un vocabulario intelectual, preocupado por mantener la armonía de la extraña residencia. Shirley, por el contrario, es una mujer esquiva, algo neurótica, que lucha contra el bloqueo de escritor abusando del alcohol y el cigarrillo. Debido al declive mental de Shirley, Stanley le pide a Rose (que revela que está embarazada) que se haga cargo de las tareas de limpieza del hogar para que Shirley pueda concentrarse en escribir su siguiente en novela. La premisa de esa novela obsesiona psicológicamente a Shirley y constantemente la hace imaginar los episodios de una muchacha que desapareció recientemente en los bosques de Bennington. 


Shirley
Elisabeth Moss y Odessa Young. Foto cortesía de Neon.


La trama, estructurada con los mecanismos habituales del thriller, construye un tratado psicológico sobre la manipulación que se manifiesta a través de las acciones de los personajes una vez que los Nemsers adoptan los hábitos retorcidos de los Hyman hasta llevarlos a una ruina sentimental que desestabiliza su unión matrimonial. Aunque no lo exteriorizan en algunas escenas, Stanley es un mentiroso patológico que sabe manejar el adulterio a espaldas de Shirley, a la cual manipula también para aprovecharse de sus creaciones literarias y gozar de su éxito. Shirley, en cambio, está condenada a la cárcel de conformismo y de la neurosis, manifestando lo que piensa de su frívolo matrimonio con Stanley solo por medio de lo que escribe, por lo que toma ventaja del quiebre de la dupla joven para terminar de sembrar la raíz de su novela y transformar cada palabra en una acto de pasión. El egocéntrico Stanley anhela sabotear los intentos de Fred de laborar en la academia, y Shirley desea cubrir su vacío afectivo enamorándose de Rose. Los Nemsers desconocen el perverso plan de Shirley y Stanley, pero las consecuencias se amplían cuando Fred empieza a mentirle a Rose para ocultar las frecuentes infidelidades que tiene con las chicas del campus universitario. Y Rose, por su parte, se vuelve celosa e histérica, pero lo remedia prudentemente al tener una aventura romántica con Shirley.


Shirley
Michael Stuhlbarg y Odessa Young. Fotograma de Neon.

 
Mi problema con la película, o al menos eso pienso, es que no observo ningún detonante que me produzca alguna emoción, ningún golpe de efecto que añada algo de profundidad psicológica a esos personajes de plástico que permanecen en la superficie para acentuar un barullo conyugal; exceptuando, por supuesto, la ciclotímica protagonista de Moss. No veo nada cautivador. La situación comparte diminutas similitudes con la magnífica “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, aunque por la forma en que la estética de Decker emplea el plano subjetivo, el picado-contrapicado, la voz en off, el color y esa cámara inquieta que en ocasiones sacude el encuadre, me doy cuenta de que toda la narración funciona alrededor del punto de vista de una protagonista que imagina lo que está escribiendo en las páginas de su ficción, convirtiendo la exposición en una fracción de sus fantasías personales. 


Shirley
Elisabeth Moss y Odessa Young. Foto cortesía de Neon.


La idea de Decker es, supongo, acentuar un discurso sobre la feminidad que se amplifica a través del vínculo que desarrollan Shirley y Rose. Discretamente utiliza su relación y el proceso creativo de la literata para presentar una utopía efímera en la que la mujer, agotada por el impedimento de rechazar las ataduras sociales, se independiza de los efectos nocivos de la convivencia, del compromiso, de las falacias, de los adulterios, de los abusos y de la hipocresía masculina que se muta como un híbrido. La relación que ellas sostienen fuera de campo es tan cálida como el fuego, y les permite conocerse mejor como mujeres, aprendiendo a valorar lo que tienen y a redescubrirse. Quizá se intensifica en una de las escenas cercanas al clímax, en la que la fábula se mezcla con la realidad cuando Shirley carga al bebé de Rose mientras esta pretende suicidarse saltando por un barranco para liberarse de la angustia, un significado relacionado a la imposibilidad de escapar de la falsa felicidad que el compromiso no puede darle. Este final, perfecciona la novela de Shirley y, al mismo tiempo, sana el abismo emocional que le impedía redactar.


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Elisabeth Moss como Shirley Jackson. Imagen de Neon.


Creo que lo único que me resulta cautivante es la interpretación de Elisabeth Moss como Shirley Jackson. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que se trata de una de sus interpretaciones más sutiles. Llevo años diciendo que se va a convertir en una de las grandes actrices de su generación. Y lo que veo aquí me impresiona bastante. Es muy creíble cuando sus gestos y la calculada expresividad transforman los estados de ánimo de esa escritora volátil, reclusa y depresiva en una autenticidad de tres dimensiones que se escapa de la pantalla. Solo cuando ella está en escena es que la película vale la pena. Todo lo demás me importa muy poco. Es un drama psicológico baladí, terriblemente letárgico, con una pretenciosidad insignificante que intenta por todas las vías formales disponibles ser vanguardista y experimental. 

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Ficha técnica
Título original: Shirley
Año: 2020
Duración: 1 hr 47 min
País: Estados Unidos
Director: Josephine Decker
Guion: Sarah Gubbins
Música: Tamar-Kali Brown
Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen
Reparto: Elisabeth Moss, Logan Lerman, Michael Stuhlbarg, Odessa Young
Calificación: 5/10


Tráiler de la película



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