Me causa cierta sorpresa lo que observo en 'El lago del ganso salvaje', el cuarto largometraje del director chino Diao Yinan. Es una película en la que Diao conjunta sutilmente el crimen y el drama para subrayar un comentario social sobre los bajos fondos chinos, ejecutada con un estilo visual muy absorbente que retrata ese sector de la sociedad con un realismo sórdido. Su estética hace que el relato del gángster fugitivo abandone de inmediato las raíces genéricas habituales del neo-noir cuando presenta sus metáforas sobre la traición, la represión policial y el sacrificio de un gánster. Cuenta la historia de Zhou Zenong, un gánster chino que en medio de noche lluviosa se reúne debajo de un puente con una prostituta, Liau Aiai, para contar el momento en que se convierte en prófugo de la justicia tras matar accidentalmente a un policía, luego de haber escapado de un conflicto territorial entre las pandillas de la localidad. A través de la analepsis y del punto de vista, la narrativa mantiene un ritmo acogedor y parsimonioso describiendo la odisea del pandillero perseguido por las autoridades y de la prostituta que lo ayuda. Y me resulta muy magnética por la actuación central de Hu Ge, quien se vale de una gestualidad meticulosa para transmitir la soledad, la desilusión y la expresión impasiva del protagonista, además de su pericia física en las escenas de acción. También por las actuaciones secundarias de Gwei Lun-Mei como la prostituta despreocupada y Liao Fan como el policía obsesionado con atrapar al criminal. Diao encuadra la presencia de ellos bajo una puesta en escena en la que abundan los colores que describen los estados de ánimo y una ambientación que nunca abandona la autenticidad. Hay virtuosismo en cada plano. El clímax fatalista es tan brutal como intrigante. Es una crónica dura, sobria y violenta del lado más oscuro de la sociedad china contemporánea.
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