Crítica breve de 'Mr. Jones' (2019)

Mr. Jones

"Mr. Jones", de Agnieszka Holland, es un thriller biográfico que tiene un arranque intrigante capturando la paranoia política del período, pero desafortunadamente pierde el pulso cuando reitera el discurso maniqueo sobre las falacias de un régimen totalitario y la ética del periodismo de investigación. Basada en hechos reales, se ambienta en 1933 y relata la historia de Gareth Jones, un periodista galés muy tenaz que, en busca de una crónica digna de una primera plana, viaja a la Unión Soviética con el fin de conseguir una entrevista con el líder soviético Iósif Stalin y descubre una terrible verdad que se oculta detrás de una cortina de hierro, un evento traumático que lo coloca en la mira de una vigilancia permanente y que de alguna forma revaloriza lo que él conoce como moralidad. En un principio me intriga verlo investigando por las calles rusas, buscando información sobre la rápida expansión económica del país y negociando con personajes como Walter Duranty, el poderoso jefe de la oficina de Moscú del New York Times, así como con Ada Brooks, la bella secretaria que lo ayuda a desenterrar las interrogantes. Pero en la segunda mitad me invade una sensación tan fatigosa como la hambruna cuando veo que el protagonista se escapa del ojo gubernamental y sobrevive a un desierto de hielo sin ni un rasguño para descubrir el horror de un genocidio sistematizado. La actuación de James Norton como el periodista perseguido me resulta creíble, pero pienso que le falta un poco de fuerza expresiva, al igual que la de Vanessa Kirby como el interés romántico. El ritmo decae y estropea la narrativa cerca del tercer acto cuando Holland termina el conflicto con decisiones apresuradas que al rato remueven el efecto de sorpresa de un material histórico tan relevante como el del Holodomor. Al final, no deja de parecerme un biopic convencional y algo dúctil sobre el precio de la verdad.


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Calificación: 6/10

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