Crítica breve de 'El vuelo del Fénix' (1965)

El vuelo del Fénix
El vuelo del Fénix, de Robert Aldrich, es una película que despierta mi entusiasmo en algunos pasajes con unas cuantas actuaciones efectivas de un reparto comandado por James Stewart, pero de alguna manera su aventura de supervivencia me deja en un estado de desapego con la odisea de esos sujetos accidentados que intentan sobrevivir en el desierto. Ni siquiera puede impedirlo un reparto secundario de lujo encabezado Richard Attenborough, Peter Finch, Ernest Borgnine, Ian Bannen, Dan Duryea y George Kennedy. Me parece una propuesta regular del director. Basada en la novela de Elleston Trevor, relata las experiencias de un grupo de hombres que viaja en un avión de carga que se accidenta en las áridas planicies del desierto del Sahara a causa de una tormenta de arena. Después del accidente el líder, el piloto Frank Towns, ordena mantener la calma, pero sabe en el fondo que, dada las circunstancias y la escasez de suministros, todos están condenados a morir de insolación o, en el peor de los casos, de inanición. Sin embargo, a uno de los integrantes, que causalmente es un diseñador de aviones alemán, se le ocurre la idea de utilizar la aeronave averiada para hacer un nuevo modelo que les permita salvarse. A mi parecer la trama de supervivencia no tiene muchas sorpresas con el cuento de esos hombres que sobreviven al infierno de arena, casi funciona de una forma mecánica y rutinaria, pero sin duda se deja ver cuando desinstalan las piezas del artefacto dañado para construir otro. Algunos de ellos luchan para redimirse por las acciones de un pasado que los desilusiona. Aldrich los captura con un estilo visual que en todo momento ilustra el aislamiento del desierto, pero también los rostros estropeados de los supervivientes, con un realismo que se amplifica por la violencia y los componentes simbólicos. Su aventura refleja la conducta autodestructiva del hombre y la condición humana que resquebraja los núcleos comunitarios y hasta la ética del liderazgo. Hay buenos diálogos y sólidas actuaciones del reparto, pero particularmente me inclino por los roles de Stewart como el piloto fracasado, Attenborough como el irresponsable compañero y, especialmente, Hardy Krüger como el frío y astuto diseñador alemán. Pero desafortunadamente nada de eso impide que el metraje excesivo le pase factura hasta volverla previsible. Como drama de aventura no me resulta tan emocionante.

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Calificación: 6/10

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