El suelo bajo mis pies, de la directora austriaca Marie Kreutzer, es un drama psicológico que se beneficia de una actuación convincente de Valerie Pachner, pero a decir verdad ni siquiera eso puede impedir que se caiga lentamente cuando dialoga con temas como la alienación, la soledad y la estresante vida empresarial de la posmodernidad. Pachner interpreta a Lola Wegenstein, una mujer ambiciosa que goza de un éxito considerable trabajando como consultora en una prestigiosa empresa. Sigue una rigurosa rutina de ejercicios, viste de manera elegante, tiene sexo apasionado con su amante Elise, se muestra poco preocupada por su hermana Conny, que mantiene encerrada en un manicomio para no tener que lidiar con su cuidado y, sobre todo, para que nadie se entere del largo cuadro clínico de enfermedades mentales que ha estado presente en su familia. La mayor parte de la trama se centra en la agitada vida posmoderna de Lola mientras se obsesiona por optimizar su rendimiento como consultora financiera y, a la vez, desea equilibrar su vida profesional y sentimental. Ella es, a mi juicio, un personaje interesante, algo complejo e inestable. Y me parece bien creíble cuando Pachner la interpreta valiéndose de la gestualidad, la mirada y el físico para comunicar las dudas, la arrogancia, la negación y los delirios reprimidos que encierran al personaje discretamente en un círculo de locura y apatía. El problema fundamental, supongo, radica en la escasez de significados que impide que las revelaciones sean impactantes o, en el mejor de los casos, sorprendentes. En la segunda mitad, Kreutzer toma la vía fácil para cerrar algunas subtramas, dejando la historia de la protagonista en una especie de vacío narrativo en el que abunda una redundancia que solo desperdicia metraje cuando el asunto se desmorona para ceder el paso a una tragedia baladí que la hace perder el contacto con la realidad y coquetea con el suicidio y la esquizofrenia. No hay nada sorpresivo, inquietante o remotamente revelador en el desenlace. Es como si Kreutzer le quitara todas las capas de complejidad del personaje hasta dejarlo sin sustancia. Y, aunque la puesta en escena está estilizada, resaltando los estados de ánimo de la muchacha con el encuadre, como drama psicológico, digamos, le falta un poco de pujanza para que la crónica femenina sea efectiva.
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Calificación: 6/10
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