Crítica breve de 'Cielo de medianoche' (2020)

Cielo de medianoche

Luego de ver Cielo de medianoche me llega a la mente algo que vengo pensando desde hace unos años: George Clooney, como director, se ha perdido como un astronauta en el espacio. Como cinta de ciencia ficción, Clooney ofrece reflexiones sobre la crisis medioambiental y los vínculos familiares, pero su narrativa me resulta previsible, carente de emoción, tan vacía como los abismos del espacio. En el peor de los casos parece un pastiche descarado entre Gravedad y el corto Aningaaq. Basada en la novela homónima de Lily Brooks-Dalton y escrita con un guión de Mark L. Smith, narra la historia de Augustine Lofthouse, un científico solitario que vive aislado en una base en el Ártico mientras las alucinaciones y los recuerdos del pasado lo ayudan a mantener la cordura, pues es uno de los científicos que ha dedicado su vida a encontrar planetas habitables para la especie humana. Pero tristemente es uno de los últimos supervivientes de una catástrofe global. Un montaje paralelo fragmenta la tragedia de Augustine en dos episodios separados que convergen a lo largo de la narración. El primero muestra el lazo que Augustine desarrolla con Iris, una niña tímida y reservada que ha sido abandonada por sus padres, mientras sobreviven a las frígidas temperaturas para buscar suministros. El segundo el intento de comunicación entre Augustine y Sully, una astronauta embarazada que vuelve a la Tierra en una nave espacial junto con sus compañeros astronautas tras descubrir la habitabilidad de una de las lunas de Júpiter. Yo, que soy un adicto a las historias de ciencia-ficción, encuentro que plantea cosas interesantes, pero desafortunadamente está montada con una dejadez tan enorme que impide que mis emociones se manifiesten ante lo que veo. No me cautiva para nada la actuación de un George Clooney que, expresivamente, luce cansado por fuera y por dentro. Su personaje se mantiene en la superficie, a pesar de los intentos de subrayar su psicología fracturada con los gestos y la mirada. El relato postapocalíptico tiene una tensión y un misterio que se disipa a la media hora para dar paso a la inercia, a las situaciones de peligro calculadas, a los personajes secundarios unidimensionales, al ritmo desequilibrado, a los efectos visuales acertados robados de otras películas similares, al sentimentalismo barato. Sospecho que si este film fuese una nave espacial, anduviera por el espacio con los motores apagados. No va a ninguna parte. 


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Calificación: 5/10

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