No sé lo que estaba pensando Rohmer para la filmación de
La buena boda, pero a estas alturas, luego de haberla visto, no me interesa ni siquiera saberlo. La película, considerada la segunda en sus 'Comedias y proverbios', me parece insulsa y decepcionante cuando Rohmer aborda, reiterativamente, cuestiones relacionadas a los caprichos, la indecisión y el matrimonio, carente del sentido de ironía y de gracia que caracteriza a sus personajes. En la puesta en escena, austera y filmada en 35mm, todo luce previsible, como si se tratara de la obra de teatro de algún dramaturgo divorciado. Con un guión de Rohmer, relata la historia de Sabine, una joven de 25 años que rompe bruscamente con su amante, un pintor casado y con hijos, y que, además tiene la intención de casarse con algún príncipe azul de saco y corbata que supla sus exigencias como mujer. De paso, se relaciona por última vez con viejos amantes y sigue al pie de la letra los consejos de Clarisse, la mejor amiga con la que conversa sobre sus intimidades y deseos. Un día su vida da un giro cuando conoce en una fiesta a Edmond, abogado por el que se siente atraída de manera muy tonta al saber que tiene todas las cualidades que ella desea. Tienen unas cuantas citas, y ella decide por su cuenta que él es el elegido para ella casarse. Y a partir de ahí es que la narrativa mecánica de Rohmer me quita todo el interés con esos personajes unidimensionales que se la pasan dialogando, una y otra vez, sobre la idea del capricho y la mirada femenina del matrimonio. Aunque el texto puede sonar relevante incluso en la actualidad, el abuso del dialogo expositivo y de esa elipsis que coloca a Sabine repetidamente en lugares habituales, le resta profundidad a su naturaleza encaprichada como mujer ingenua y trepadora. Todo se mantiene en la superficie. Casi no sucede nada cuando la protagonista comenta sus inquietudes a su mejor amiga o se aproxima, en la secuencia final, a la oficina del abogado indiferente para recibir una cuota anticipada de rechazo y decepción como carta de despedida. La actuación de Béatrice Romand, colaboradora usual del cineasta, es cuanto mucho, creíble al transmitir el egoísmo y los impulsos obsesivos de la muchacha ilusa, aunque a su presencia le falta vigor. Creo que es el filme más tibio que he visto de Rohmer.
Streaming en:
Calificación: 5/10
0 comments:
Publicar un comentario