Crítica breve de 'Las tortugas pueden volar' (2004)

Las tortugas pueden volar
Siento que una daga atraviesa mi corazón cuando veo las duras imágenes de Las tortugas pueden volar, del director kurdo iraní Bahman Ghobadi. Es una película dolorosa y conmovedora sobre la miseria, el costo humano de la guerra y la condición social en los campos de refugiados, propensa a mezclar el drama social con el falso documental. Cuentan que todos los niños actores de esta película eran refugiados reales, cosa que me hace confirmar de inmediato su autenticidad. Con un guión escrito por Ghobadi, narra la historia de unos niños huérfanos que viven en un campo de refugiados kurdos en la frontera entre Irak y Turquía y buscan desesperadamente una antena parabólica para ver por televisión por cable los últimos acontecimientos de la invasión de Irak. Los niños del campamento son liderados por Satélite, un joven carismático que se gana la vida montando antenas para los pueblerinos y, junto con otros chiquillos, recogiendo y vendiendo en el mercado las minas antipersonas que desactivan sin ningún tipo de protección. La vida de Satélite cambia cuando se enamora de Agrin, una joven huérfana que llega al sitio con su hermano discapacitado Hengov y un niño ciego llamado Riga. Me lleno de rabia y también de indignación al verlos sumergidos en la cárcel de la pobreza, esperando a los supuestos salvadores que traen la ayuda humanitaria. Ghobadi, con estilo visual grisáceo como una nube que desea llorar, captura mayormente con el gran plano general la desdicha de los damnificados, de los niños forzados al trabajo infantil cargando chatarra en los cementerios de tanques de guerra, de los marcados por los horrores de la guerra, de los hambrientos, de los discapacitados, de los que fueron abusados por los baazistas inmorales, de los que ven las noticias internacionales de los falsos líderes, de los que contemplan el suicido para escapar del sufrimiento. También es muy acertada la manera en que usa la analepsis para describir el pasado desgarrador y la prolepsis para subrayar la tragedia que se avecina. Me resultan creíbles y muy orgánicas las actuaciones de esos niños sin formación actoral, destacándose Soran Ebrahim como el cabecilla precoz y manipulador y la desconocida Avaz Latif como esa niña de mirada depresiva y adusta que ha vivido en un infierno terrenal. Ellos son las tortugas que anhelan, simbólicamente, un poco de protección a cambio de tenacidad. La música empática de Hossein Alizadeh sensibiliza mis oídos. El final casi me saca las lágrimas. A mi parecer, es una buena película de Ghobadi. 

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Ficha técnica 
Título original: Turtles Can Fly (Lakposhtha parvaz mikonand)
Año: 2004
Duración:  1 hr 35 min
País: Irán
Director: Bahman Ghobadi
Guion: Bahman Ghobadi
Música: Hossein Alizadeh
Fotografía: Shahriar Assadi
Reparto: Avaz Latif, Soran Ebrahim, Hirsh Feyssal,Saddam Hossein Feysal
Calificación: 7/10

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