Crítica breve de 'El cuarto poder' (1952)

El cuarto poder
Creo que El cuarto poder es una de esas películas que representa la parte irregular del catálogo de Richard Brooks. Como cine negro funciona moderadamente con su relato sobre extorsión y ética periodística, pero ni siquiera presentando un rol convincente de Humphrey Bogart puede corregir las debilidades de una trama superflua y predecible que no supone para mí nada fuera de lo habitual, aunque se deja ver ante todo pronóstico. Con un guión firmado por Brooks, me cuenta la historia de Eddie Hutcherson, el editor del periódico The Day que utiliza todas sus habilidades para impedir el cese permanente de las operaciones editoriales y la venta del periódico en manos de poderosos que buscan sacarlo de circulación para tapar sus negocios turbios. La trama tiene sus momentos y unos cuantos diálogos que me contagian con el cinismo de ese protagonista que pone a trabajar a sus reporteros y lucha por imprimir una primera plana que desenmascare el abuso de poder y las actividades delictivas del gánster dedicado al negocio de extorsionar. Pero lentamente la carencia de ritmo, los personajes insustanciales y las situaciones innecesarias remueven mi interés por lo que veo. Cuando la redundancia pide permiso para entrar por la puerta, ya no me importa si se saca la verdad a la luz del asesinato de una mujer ordenado por el mafioso. Hay mucho charloteo y poca acción. Lo que sucede fuera de campo me tiene sin cuidado. Por lo menos resulta fidedigna la ambientación en los interiores de la sala de redacción. Por los pasillos, como es de esperar, Bogart asume su interpretación con mucha autenticidad cuando se pone en los zapatos de ese periodista en jefe motivado por el ejercicio de la integridad periodística, usualmente con la presencia magnética y de la mirada de alguien que dice las cosas como son. Pero los secundarios que lo rodean, incluyendo un rol efímero de Ethel Barrymore como la viuda del dueño del periódico y Martin Gabel como el mafioso virulento, no me parecen gran cosa. Con ellos, Brooks refleja de una manera algo precipitada no solo el funcionamiento interno de la prensa norteamericana, sino, también, la forma en que el poder del periodismo destapa los problemas de una democracia corrupta que intenta por cualquier medio encubrir el lado más oscuro de la política. Es, digamos, una cinta algo convencional del director de La gata sobre el tejado de zinc.

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Calificación: 6/10



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