Crítica breve de 'La odisea de los giles' (2019)

La odisea de los giles

La odisea de los giles es, a mi parecer, una película con la que el director argentino Sebastián Borensztein conjunta decentemente el cine de atracos con la comedia negra de coral, en un intento, supongo, de reproducir esa fórmula típica del cine hollywoodense de crimen, pero desafortunadamente no tiene la pujanza necesaria para que la pueda considerar como entretenimiento. Me causa dejadez tener que observar su trama de robos claramente convencional. Por alguna extraña razón la encuentro aburrida y un poco superficial, a pesar de la sinergia que logra el reparto encabezado por ese gran actor argentino llamado Ricardo Darín.  Su historia, escrita con un guion de Borensztein, se ambienta en la provincia de Buenos Aires durante la raíz del "corralito" en 2001, y me relata la historia de Fermín Perlassi, un hombre honesto de tercera edad que, tras descubrir la estafa ejecutada por un abogado y un gerente de banco, se dispone a asaltar, junto con unos colegas, la bóveda del ejecutivo ubicada en el pequeño corral de un campo. Por medio de una voz en off, el protagonista cuenta los motivos que lo llevan a recuperar lo que le pertenece, ocasionado en parte tras perder el dinero del banco que había logrado reunir en unas cuantas secuencias para montar una cooperativa con los ahorros de los vecinos. Y en un principio la crónica me resulta interesante por la manera en que organizan los elementos para ejecutar la maniobra, siguiéndole los rastros al señor corrupto de saco y corbata que se ha robado los ahorros de aquellos que viven en la miseria, con diálogos que contienen cierta ironía y situaciones que gozan de un humor ligero que no me causa ninguna gracia. Sin embargo, en la segunda mitad me desconecto de lo que hacen esos personajes hasta que prácticamente me deja de importar cualquiera de sus acciones. El conflicto central se torna algo baladí colocando subtramas innecesarias, los personajes secundarios presentan síntomas claros de carencia de desarrollo y el tono efectista se pierde tan rápido como un ladrón en fuga, en unas secuencias que no tienen nada que sea sorpresivo. Su material de denuncia social, que refleja a modo de metáfora la desesperación de los ciudadanos argentinos frente a la dura crisis económica, permanece en un terreno acomodaticio que, a fin de cuentas, no supone nada relevante. Ni siquiera la presencia de Darín puede remediar un corolario más que anticipado.   


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Calificación: 6/10


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