Crítica breve de 'Intemperie' (2019)

Intemperie
Asisto con cierto interés a la película más reciente del director español Benito Zambrano, pero pasada la media hora no me causa ni frío ni calor lo que veo en pantalla. Se titula Intemperie. Y está basada en la novela homónima de Jesús Carrasco. Se trata de un drama que toma prestado los componentes genéricos del western para contar una historia algo convencional sobre miseria, llanuras desoladas e infancia maldita en la España posguerra. El protagonista es un niño que, cansado del abuso a perpetuidad que sufre en manos de un capataz fascista, huye del pueblo y atraviesa a pie una explanada desértica en la que solo se respira el olor a huesos, llevando consigo objetos valiosos robados que sirven para justificar la plana motivación del villano y sus secuaces. Aunque en un principio me veo atraído por su relato rural de los desamparados en la tierra de nadie, no supone para mí nada fuera de lo ordinario que el chiquillo, en medio de su huida, se tope con un pastor solitario que parece sacado del nuevo testamento de los vaqueros y se convierte en su salvador. Zambrano desentraña la trama con una narrativa del bolsillo en la que se registran las acciones de los personajes de una manera acomodaticia y previsible que, poco a poco, pierde la sustancia dramática cuando el hombre misterioso con el pasado trágico asume un rol paternofilial y salva al muchachito del tiránico latifundista de cartón de Luis Callejo. Son personajes que le sirven a Zambrano para elaborar lecturas políticas muy soterradas sobre la manera en que el poder se coloca por encima de los miserables por medio de la violencia implacable, pero también los sacrificios del hombre honesto para limpiar el camino polvoriento con la escoba de la solidaridad. Las pocas cosas que extraigo se limitan, primero, a ese estilo visual que captura la atmósfera desolada empleando el gran plano general y el campo-contracampo durante gran parte del metraje para señalar la sensación de perdición y de hostilidad a la que se enfrentan los personajes. La naturaleza hostil y sórdida de esos paisajes funciona casi como otro protagonista. Lo segundo sería la interpretación creíble de Tosar que con la mirada serena y los gestos programados comunica las heridas del cabrero taciturno que una vez fue legionario y perdió a los suyos. Lo otro me importa poco. Es un drama tan regular como el polvo del desierto.

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Calificación: 6/10



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