Crítica breve de 'Los canallas duermen en paz' (1960)

Los canallas duermen en paz
El viernes por la noche, motivado a regresar a la filmografía exquisita de Kurosawa, me dispongo a ver Los canallas duermen en paz, una película del director que a mi parecer no se encuentra a la altura de otra de sus obras capitales de temática similar como El infierno del odio, pero es endiabladamente intrigante la manera en que Kurosawa construye una trama de venganza shakesperiana que ilustra, con mucho pathos, un argumento sobre la corrupción corporativa en la sociedad japonesa posguerra, con una actuación tan fascinante como contenida de Toshiro Mifune. Se dice que es una adaptación libre de Hamlet, de Shakespeare, cosa que confirmo detenidamente cuando observo la trama de Nishi, el secretario y yerno del poderoso jefe de una corporación que planea secretamente vengarse por el suicidio de su padre. Todo el conflicto gira en torno a la venganza meticulosa de Nishi para sacar a la luz las falacias, el desfalco, el fraude, la corruptela, la mafia palaciega que impera en el orbe corporativista japonés de una época en la que todavía quedan los recuerdos agridulces de la conflagración. Para construirlo, Kurosawa ejecuta en la puesta en escena mecanismos estéticos que ayudan a ampliar el espectro de misterio que rodea el asunto de la venganza de Nishi, principalmente el uso del fuera de campo y del relato no iconógeno que por medio de los diálogos ingeniosos revela el origen del anillo de los corruptos (fundamentalmente en la secuencia de la boda en el que abundan los rumores de los empleados y de los periodistas sensacionalistas), la banda sonora de Masaru Sato que amplía las inquietudes y la sospecha que se origina en ciertos personajes empleando la música extradiegética, y una iluminación casi expresionista deudora del cine negro. Su control compositivo es, en ocasiones, visualmente riguroso; establece simetrías elegantes en algunos planos para yuxtaponer los vínculos y las sospechas de algunos de los protagonistas. No hay nada fuera de lugar. Cada parte es reflexiva, cohesionada, como parte de un todo mayor. Quizá el ritmo se debilita un poco en la segunda mitad al extenderse más de lo necesario con unas cuantas subtramas, pero se recupera enormemente en el tercer acto donde el escenario sórdido simboliza la podredumbre de una clase burocrática y política que se sale con la suya. El magnetismo de Mifune se roba toda mi atención con su presencia misteriosa, sobria, tan dura como el metal de un Studebaker; asistido por roles secundarios muy notables de Takashi Shimura y Kô Nishimura. Eso es más que suficiente para que quedarme enganchado durante dos horas y media.

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Ficha técnica
Título original: The Bad Sleep Well (Warui yatsu hodo yoku nemuru)
Año: 1965
Duración: 2 hr 30 min
País: Japón
Director: Akira Kurosawa
Guion: Akira Kurosawa, Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni, Shinobu Hashimoto, Eijiro Hisaito
Música: Masaru Satô
Fotografía: Yuzuru Aizawa
Reparto: Toshirô Mifune, Takeshi Katô, Masayuki Mori, Takashi Shimura
Calificación: 7/10

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