Esta secuela de "Un lugar en silencio" coloca nuevamente a la familia Abbott en la mira de criaturas gruñonas adictas al ruido.
Todavía permanece fresco en mi memoria el estreno de Un lugar en silencio cuando fui a verla en aquel verano de 2018. No tenía muchas expectativas porque pensaba que se trataría de otra de esas películas de género que tanto abundan en el supermercado de estrenos para el consumo masivo. Pero la propuesta de John Krasinski, su segunda como director, por alguna razón que se me escapa me mantuvo al vilo del asiento con su apuesta de terror y ciencia ficción protagonizada por él mismo y su esposa, Emily Blunt. Trata de una familia que intenta sobrevivir en un mundo postapocalíptico habitado por unos alienígenas ciegos que poseen un punzante sentido del oído y tienen la extraña manía de descuartizar personas. La premisa era tan tensa como ingeniosa, cercana a eso que llaman originalidad. Y dejaba muchas incógnitas abiertas sobre la naturaleza de esos endriagos grotescos y el destino de esa familia aferrada al mundo del silencio para poder subsistir. El éxito con la que fue recibida, me hizo pensar de que una secuela sería producida por el estudio.
Esta secuela se ha estrenado recientemente como parte de los blockbusters de verano en la plataforma de streaming de Paramount+ y también en las salas de cine. Su estreno estaba pautado para el marzo de 2020, pero por los efectos arrolladores de la peste los señores de la Paramount la pospusieron hasta este año. Lleva como título Un lugar en silencio: parte II y Krasinski regresa como director. Y me parece una decisión acertada. Krasinski la dirige con un pulso que engancha tanto como la predecesora, manteniendo un uso eficaz de los sonidos para crear sustos y ampliar el espectro de suspenso durante una hora y media que avanza con un ritmo trepidante. La simplicidad con la que inicia consigue un equilibrio solvente entre la ciencia ficción y el terror sin olvidarse del desarrollo de los personajes conformados por esa familia que, en medio del peligro más inminente, sobrevive como puede en un completo estado de mutismo.
La trama de la película comienza, primero, en una pequeña escena retrospectiva situada un año antes de los acontecimientos de la primera entrega, donde Lee (John Krasinski) y Evelyn Abbott (Emily Blunt) asisten con su hija muda, Regan (Millicent Simmonds), a ver el partido de béisbol su hijo Marcus (Noah Jupe). Todo transcurre con cierta normalidad. Pero a mitad del juego, la gente observa en el cielo un objeto en llamas que se precipita hacia la Tierra como el asteroide que acabó con los dinosaurios. Un detonante da por iniciada la hecatombe cuando los pobladores, entre los que se hallan cada uno de los integrantes de la familia Abbott, son atacados por unos alienígenas hostiles que tienen una fuerza descomunal y se mueven a una velocidad considerable. El miedo absoluto se apodera de las calles, mientras Lee, Evelyn y sus hijos huyen despavoridos para sobrevivir de las bestias ciegas que usan el sentido del oído hipersensible para rastrear y matar a las víctimas con gran violencia. El episodio funciona casi como un preámbulo que revela pequeñas pistas sobre el horrendo encuentro cercano del tercer tipo.
Tras el incidente, un fundido a negro, seguido de un intertítulo que marca el “día 474”, el argumento da por comenzada la línea del presente, en la que Evelyn, cargando a su bebé con la mano izquierda y su escopeta con la derecha, transita descalza junto con sus dos otros hijos, Regan y Marcus, por un terreno abandonado en el que solo quedan rastros de destrucción y muerte. Sin hablar o sin hacer ruido, reposan en lo que queda de su viejo hogar y recogen las provisiones que necesitan, incluyendo el dispositivo de audio de alta frecuencia descubierto por Regan que puede incapacitar a las criaturas cuando transmite el zumbido de su audífono de implante coclear a través de una bocina y un micrófono, lo que ayuda matarlas de un disparo en la cabeza cuando se muestran vulnerables. Como su vivienda está en ruinas, ellos parten hacia otro lugar en busca de supervivientes y suministros.
A través de un ligero golpe de efecto, la narrativa impulsa el detonante cuando en la travesía Marcus pisa una trampa para osos en el territorio de Emmett (Cillian Murphy), un hombre solitario y viejo amigo de su padre, y el griterío de este atrae a un monstruo que es eliminado de inmediato por el equipo de Regan y la escopeta de Evelyn. Debido a las circunstancias, los personajes se ven obligados refugiarse en el interior de una fundición de acero abandonada para protegerse de otro engendro. Emmett les permite quedarse porque, en el fondo, comparte el duro lamento de perder a sus seres queridos 28 días después y la impotencia de no poder hacer nada para impedirlo, además de que conoce el riesgo de contactar a otros habitantes de las zonas que han renunciado a la moralidad para ceder el paso a la barbarie. Todos descansan durante un tiempo, mientras Marcus descubre una emisora de radio que reproduce continuamente la canción “Beyond the Sea”, de Jack Lawrence. Sin embargo, además de la pierna herida de Marcus, paralelamente surge otro problema cuando Evelyn le pide ayuda a Emmett para que vaya a buscar a Regan, la cual se va por su cuenta pensando que la canción repetida que ellos escuchan es una mensaje críptico de supervivientes al otro lado del mar.
El paralelismo establecido muestra, por una parte, la desesperación de una madre preocupada por sus hijos y, por la otra, la odisea de dos niños que atraviesan la pubertad en medio del pánico. La separación los hace más fuertes ante la adversidad. Y son puestos a prueba por las criaturas con el oído agudo que escuchan cada uno de sus pasos a una distancia amplia. Evelyn, como madre responsable, se ve obligada a dejar al accidentado Marcus para ir a una farmacia y encontrar los medicamentos necesarios para sanar su pierna ensangrentada. En cambio, el timorato Marcus, en ausencia de su madre, custodia a su hermanito y, tras asustarse al ver el cadáver de la esposa de Emmett, alerta a un alienígena que se aproxima para devorarlo, enfrentándose no solo a su peor pesadilla, sino además al contratiempo de morir asfixiado junto al bebé porque por accidente cierra la escotilla del búnker y se queda encerrado. Y Regan, como si estuviera motivada por el deber que le recuerda a su fenecido padre, persuade a Emmett para que la ayude a completar su misión, batallando contra un entorno hostil poblado de personas asilvestradas que preparan emboscadas y alienígenas sanguinolentos que no saben nadar, con el fin, supongo, de llegar a la ansiada estación de radio cruzando el mar y utilizar la sonoridad de la alta frecuencia como arma letal en contra de los bichos.
Si bien en la antecesora se presenta de una manera intimista metáforas sobre la composición del núcleo familiar, la reconciliación y el sacrificio paternofilial, en esta ocasión las acciones de los personajes le sirven a Krasinski para modelar los miedos intrínsecos de una familia desesperada que no tiene lugar adónde ir y se enfrenta a la incertidumbre de encontrarse a una aberración en cualquier sitio, pero también la completa perdida de la inocencia de dos chiquillos que entran en la pubertad y que se endurecen como una piedra para conquistar el dolor y las heridas psicológicas. Ilustra un cuento de terror de mayoría de edad. Los niños, en cierta medida, tienen mayor protagonismo que los adultos y, aparentemente, están encadenados por la cacofonía que simboliza la catarsis. Esto visible en la secuencia del clímax en la que Regan lucha en la torre de radio contra un extraterrestre que ha invadido la colonia de refugiados y lo mata con un tubo de metal tras debilitarlo con el sonido de la radio, mientras del otro lado del río, Marcus, quien también lo escucha por otra radio, se arma de coraje para tomar el revólver y dispararle fuera de campo al monstruo que lo atormenta para salvar a su madre y su hermanito.
Aunque en ocasiones el viaje me resulta algo previsible, como secuela me parece estimulante y muy aterradora por la manera en que Krasinski preserva los diálogos minimalistas para responder interrogantes sobre el pasado de los personajes y el mundo distópico que habitan, además emplear en la puesta en escena el silencio, los ruidos y los efectos de sonido para causar miedo y suspense cuando uno menos los espera, sin perder de vista la fibra emocional de sus personajes, todo estructurado con una banda sonora estridente de Marco beltrami y un montaje palpitante de Michael P. Shawver que me mantiene en todo momento adherido a mi asiento y con el corazón acelerado como una locomotora. Sus secuencias de terror se despliegan a plena luz del día o a mitad de la noche más oscura cuando los aliens generados por ordenador gritan para saciar su apetito. Ofrece también sólidas actuaciones de Emily Blunt y de Cillian Murphy, quienes proyectan credibilidad con el rostro adolorido y preocupado. Pero la verdadera revelación que presenta es la de Millicent Simmonds como la joven valiente y perspicaz que se independiza de sus temores y empodera su sordera como acto de esperanza. Cuando ella está en pantalla, el sonido del horror adquiere otra dimensión y te deja con todas las ganas de ver el siguiente capítulo de este peculiar universo de terror y ciencia ficción.
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Ficha técnica
Título original: A Quiet Place: Part II
Año: 2021
Duración: 2 hr 13 min
País: Estados Unidos
Director: John Krasinski
Guión: John Krasinski
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Polly Morgan
Reparto: Emily Blunt, Cillian Murphy, Millicent Simmonds, Noah Jupe, Djimon Hounsou
Calificación: 7/10
Título original: A Quiet Place: Part II
Año: 2021
Duración: 2 hr 13 min
País: Estados Unidos
Director: John Krasinski
Guión: John Krasinski
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Polly Morgan
Reparto: Emily Blunt, Cillian Murphy, Millicent Simmonds, Noah Jupe, Djimon Hounsou
Calificación: 7/10
No tiene sentido el inicio de la parte 2 están llegando los extraterrestres a la tierra, se supone que en un lugar en silencio la niña y el niño estaban pequeños y aquí salen ya grandes! Recuerdo como sus hermanos más pequeños! Vieron como su hermanito Moría por encender un avión, pero en esa escena los niños estaban pequeños y al inicio de la parte dos ya por obvias razones por su edad pero un error muy tonto.
ResponderBorrarLa parte 2 al inicio porque cuando un pequeño murió un avión ellos eran pequeños en la parte 2 muestran como apenas están llegando los extraterrestres pero esos niños ya están grandes obviamente que por la edad, pero a mí punto de vista innecesario.
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